Producir XXI, septiembre 2025

Heno, de subproducto a forraje estratégico

Mariano Campillo

Estudiante de Agronomía,

Univ Nac de Luján

Ganador del Concurso Inter

Universitario en Suipacha 25

En sistemas ganaderos de leche y carne, manejar la curva de forraje es esencial para administrar la escasez alimenticia y cubrir requerimientos animales. En la región, el pico de crecimiento de pasturas supera el consumo por pastoreo, reduciendo eficiencia. La henificación surge como alternativa para conservar forraje de calidad durante el resto del año.

Planificar mejora la productividad:

La alimentación en el tambo es una de las áreas de mayor impacto, pudiendo alcanzar valores de hasta el 50% del total de los costos. El heno es un recurso versátil, de bajo costo que puede tener buena calidad y puede satisfacer necesidades alimentarias de todas las categorías. Por esta razón considerarlo una mera reserva es subestimarlo. El heno debe pensarse como ‘forraje conservado’ y no solo como ‘reserva’. Como todo forraje, debe planificarse según la categoría animal que lo use. Puede obtenerse heno de alta calidad (20% PB, 60% digestibilidad) o más fibroso; ambos son útiles si se destinan a la categoría adecuada.

La planificación comienza con un balance forrajero, definiendo superficie a henificar para tener forraje suficiente. Hay que decidir qué lotes se usarán en pastoreo y cuáles en conservación. Los más aptos para henificar son alfalfas jóvenes, con alto stand de pl/m², que aseguran volumen, calidad y menor costo por rollo. Debe evitarse lotes degradados o pastoreados, que generan heno contaminado y pobre.

No todo el forraje conservado apunta a aportar lo mismoEs necesario definir el objetivo del forraje conservado (proteico, energético o fibroso). El heno de alfalfa se ajusta a vacas de alta producción, el de gramíneas resulta más adecuado para categorías de menor requerimiento. La calidad potencial del heno está determinada, por la pastura que le de origen y las condiciones de henificación y su calidad nunca será superior al material que le dio origen.

En este sentido, el contenido de FDN es un indicador clave: en el momento óptimo de corte ronda el 40%, en plena floración puede llegar al 70%. Alto contenido de FDN, limita el consumo voluntario, digestibilidad y disponibilidad energética, por eso son deseables % bajos. Esto implica que, por cada 80 rollos de alfalfa de 500 kg, retrasar el corte equivale a perder energía suficiente para producir un novillo de 400 kg. O también equivale a perder 3,2 has de alfalfa de 10.000 kg/ha y 25% de MS

Estrategias:

  • Henificar verdeos de invierno y pastorear perennes y alfalfas. Clausurar verdeos en septiembre para heno previo a la floración, mientras se aprovechan directamente las perennes y alfalfas.
  • Henificar alfalfas en su momento óptimo. Orientar el pastoreo a verdeos y reservar alfalfas para corte en botón floral.

Impacto en los costos:

Según SIGLeA-OCLA, el tambo promedio argentino tiene 161 VT y de esas se ordeñan en promedio unas 125, con 23,4 lt/vaca/día (tambo de 3.000 lts/día, que vende de leche unos U$S 45.000 por mes). Ofreciendo 2 kg heno/vaca/día, para asegurarse salud ruminal y buen % de grada butirosa en la leche, con 70% de aprovechamiento, se requieren 2,85 kg heno/vaca/día o 2 rollos/vaca/año. Para 161 VT se requieren 322 rollos/año, que pueden obtenerse con 30 ha de raigrás (5400 kg MS/ha) o 20 ha de alfalfa (8000 kg MS/ha). Un rollo comprado vale 37 U$D, uno propio 22 U$D. En 322 rollos, el ahorro es casi el 40% o 13000 litros de leche. Si el heno es de alta proteína se suma la posibilidad de reemplazar una pequeña parte de los concentrados proteicos por forraje conservado, reduciendo los costos y mejorando la eficiencia.

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