Producir XXI, enero 2023

Para cuidar pasturas implantadas en lotes afectados por la sequía

Ing. Juan Lus,

Equipo técnico de PGG

Ing.agr.juanlus@gmail.com

+54 9 11 2887 7539

Los cuidados durante el verano son un punto clave para la producción y la vida útil de los potreros con pasturas implantadas.

Para las pasturas implantadas, es necesario tomar ciertos recaudos mínimos que le permitan tolerar mejor las situaciones de estrés térmico e hídrico y así mejorar las oportunidades de persistencia. Esta consideración es especialmente importante para las pasturas que contengan gramíneas en su composición. Las altas temperaturas en la base de los macollos (más de 35°C) comprometen de manera significativa su persistencia. Para que ello no ocurra, el manejo de los remanentes que permitan mantener el entresurco protegido es clave para sostener bajas a las temperaturas en la base de los macollos y así evitar sus muertes. En los días muy calurosos, las temperaturas pueden trepar muy por encima del valor crítico en el entresurco sin protección, mientras que, en el surco con cobertura, los valores térmicos serían aceptables. Esto es lo que muestran las dos fotos que acompañan el título de esta nota. A la izquierda con adecuada cobertura y a la derecha sin ella (al momento de la foto 38°C en el aire).

Cuando las temperaturas son extremas y se sobrepasan los valores críticos de tolerancia, la muerte de macollos crea nuevos espacios descubiertos que no solo repotencian el efecto negativo de incremento térmico, sino que además hacen más lenta la recomposición productiva una vez recompuesta la humedad porque la cantidad de macollos es mucho menor (ver foto N° 1 y N°2).

Para casos donde ambientalmente es muy frecuente la ocurrencia de altas temperaturas estivales, no solamente es recomendable el uso de remanentes acordes (10 a 12 cm) y surcos bien cercanos, sino que también la utilización de cultivares de tipo rizomatoso, podrían ayudar

a la recomposición y cierre del tapiz perdido a partir de puntos de crecimiento subterráneos más protegidos del calor. Este es el caso de las festucas rizomatosas, las cuales son capaces de recomponer tapiz no sólo con nuevos macollos como las otras variedades, sino también con rizomas que proporcionan nuevos puntos de crecimiento desde la debajo de la superficie. Estos están levemente alejados de la planta hacia el entre surco y no sólo recomponen sitios de crecimiento, sino que también permiten cerrar mejor los entre surcos mejorando las chances de supervivencia a calor extremo (ver foto N°3).

Del mismo modo, no se recomienda dejar a las pasturas con demasiado remanente buscando controlar temperatura de suelo. Solo basta mantener el suelo cubierto para que no se sobrecaliente y no pierda inútilmente agua por evaporación empeorando la situación. En la estación primavera-estival, altos remanentes pueden provocar de manera natural un encañado y semillazón de la pastura. Esto que para algún caso parecería ser positivo, realmente no lo es. Las gramíneas invernales cuando encañan, entran en un período fisiológico denominado “crisis de macollaje”. En él, dejan de producirse nuevos macollos para direccionar recursos a las semillas por formarse. Los macollos maduros tenderán a semillar y los que no lo estén, cederán parte de sus recursos a los que semillarán, poniendo en severo riesgo su supervivencia si la situación es extrema. En ese caso, los macollos que semillaron morirán, y los juveniles posiblemente también lo hagan por ceder sus recursos poniendo en severo riesgo la persistencia de la pastura al quedarse sin estructuras de rebrote (ver foto N°4).

Otro de los aspectos a considerar es la posible presencia de malezas tóxicas en la pastura. Ante situaciones de fuerte estrés, sea por falta de forraje o por estar este muy seco, el ganado puede verse tentado a consumir especies tóxicas que en circunstancias normales no consumiría (sunchillo, mio mio, duraznillo negro, algunos cardos, senecios, cynodon, sorgos de Alepo, etc).

También cabe mencionar en este sentido, que algunas gramíneas conocidas pueden traer intoxicaciones en este contexto. El raigrás anual, especialmente el criollo, puede desarrollar cornezuelo en sus inflorescencias. Estas estructuras, si son consumidas en volumen por el ganado, pueden provocar severos efectos en los animales ante altas temperaturas. Del mismo modo, la presencia de las viejas variedades de festuca con festucosis, pueden ir en el mismo sentido si no son monitoreadas y manejadas con cautela.