Producir XXI, diciembre 2020

Innovación argentina con resultados comprobados

Nace una nueva agricultura, más sustentable y con mejores rindes

Extractamos una muy interesante nota de Mauricio Bártoli en Clarín Rural. La siembra directa evoluciona con intensificación de rotaciones, cultivos de servicio y menor uso de fitosanitarios. Datos que evidencian la sustentabilidad económica, ambiental y social que genera.

Mejoras ambientales en la tierra y el aire. Mayores rendimientos… Semejantes objetivos, transformados en realidades medibles, con datos concretos y perdurables en el tiempo, es lo que está logrando la Agricultura Siempre Verde (ASV), el nuevo lema productivo de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).

Con la intensificación a través de “plantas vivas todo el año”, por la integración de producción de granos con “cultivos de servicio” que no tienen otro fin que enriquecer el ambiente y defenderlo mejor frente a las malezas, se ha podido reducir en un 50% el número de aplicaciones de herbicidas y en un 60% el impacto ambiental de esas prácticas.

También mejoran las ecuaciones económicas. Los planteos ASV superan a los tradicionales, porque evidentemente los cultivos de servicio potencian los rendimientos: por aporte de nutrientes, mejoras físicas del suelo y uso del agua”.

Se utilizan distintos modelos de rotaciones de cultivos, sin recetas fijas. En cada campo y lote se va analizando la secuencia, pero los resultados coinciden en mayores volúmenes de granos, en un promedio de 8 toneladas anuales por hectárea.

Hablar de ASV es darle una vuelta de tuerca más a todo lo mucho y muy bueno que viene haciendo AAPRESID. Así se posicionan una vez más en la vanguardia global, hacia el triple objetivo de sustentabilidad: económica, social y ambiental. En el mundo se degradan 5 millones de hectáreas cultivables por año y en ese contexto, según la revista Nature, Argentina ya es “líder mundial en la reducción de pérdida de suelo”.

Números elocuentes

Una comparación entre los campos que integran la Regional (60.000 hectáreas) y otros de la región, entre el norte bonaerense y el sur santafesino (1.832.000 hectáreas) expone que en el primer caso tiene mayor porcentaje de todas las variables menos de soja (66 versus 75%). En cambio, los lotes de la Regional tienen mayor porcentaje de maíz (37 versus 25%) y de cultivos de invierno (33% versus 25%). Con todo, las mayores diferencias se dan entre las superficies con doble cultivos (55% versus 27%) y con cultivos de servicio (20% versus 2%).

En este punto, vale destacar que ese 20% se toma como “foto promedio” porque la “película” indica que, en las rotaciones de los campos de la Regional, la superficie agrícola con cultivos de servicios ha ido aumentando del 17% (2018), al 19% (2019) y este año alcanzó un 22%. En ese contexto, la vicia villosa cubre –sola o con gramíneas- más del 60% del área, y le sigue en importancia el centeno, con un 24%. También se utilizan, en menor medida, avena, triticale, rye grass y trébol encarnado.

Los cultivos de servicio también operan como fertilizantes naturales. Estudios de la Chacra Pergamino de Aapresid comprobaron que, por ejemplo, el “nitrógeno biológico” aportado por vicia brinda “liberación progresiva y es fácilmente asimilable».

Otro detalle “revolucionario” son los corredores biológicos; franjas de cultivos de servicios y vegetación espontánea, que conservan la biodiversidad, constituyen hábitats y alimento de insectos benéficos y fauna silvestre y ayudan a disminuir la erosión hídrica.

El experimentado Enrique Seminario, siempre atento a las innovaciones, participó de la recorrida y calificó lo observado como “fotosíntesis no extractiva”.

El uso del agua, clave

Entre el mejor aprovechamiento de todos los recursos, Belloso destacó la eficiencia en el uso del agua, teniendo en cuenta que durante un ciclo completo de rotación soja-maíz se perdieron por lixiviación 103 kg N/ha con un drenaje acumulado de 672 mm. La intensificación redujo la pérdida de N a 27 kg/ha con un drenaje acumulado de 439 mm.

La reducción de las pérdidas de nitrógeno (N) por lixiviación está asociada, por un lado a la reducción del drenaje, y por otro a la inmovilización de N en la biomasa vegetal.

En ese sentido, es interesante tener en cuenta la relación entre la lluvia caída y la efectiva. Una medición realizada en Gancedo (Chaco) expuso que, con 220 milímetros de precipitaciones, en un barbecho tradicional se computa como lluvia efectiva un tercio del total, mientras que en un barbecho cubierto resulta útil la mitad del agua caída.

La sustentabilidad social 

También a este aspecto fundamental se atiende con la ASV. No sólo por el hecho de que hay actividades rurales más repartidas en el año. También tiene que ver con la vinculación transgeneracional. “Por supuesto que necesitamos rentabilidad económica, pero lo importante es el suelo que le dejaremos a nuestros hijos”, resumió Johnny Cassera, productor de la Regional junto a sus hermanos.
Uno de los más entusiastas es Marcelo Arriola, vicedirector del sistema Chacras de Aapresid, quien reconoció que “la sustentabilidad económica es una preocupación lógica de los productores, pero evidentemente se logra, porque las empresas que lo implementan perduran, tanto en sus operatorias en campo propio como alquilados”.

Rafael Aliaga, socio y fundador de Man Agro, una de las empresas con mayor volumen de hectáreas en distintas provincias del país, testimonió: “Hace muchos años que gerencio planteos agrícolas y debo rendir cuentas a los inversores, y les puedo asegurar que con buenas prácticas en definitiva se logran buenos resultados económicos”.
En el mismo sentido, Belloso aseguró que, “por ejemplo, este modelo se aplica en un campo alquilado de 160 hectáreas y mantiene la rentabilidad”.

Además, afirmó que “esta visión es totalmente acorde a la agroecología, entendida como la combinación de agricultura y ecología. Y va más allá de sintonizar con las demandas actuales de la sociedad, es una evolución que venimos transitando desde hace más de 30 años, a lo largo de períodos de distintos gobiernos y situaciones económicas. Esa trayectoria demuestra que se puede mantener un sistema con los tres ejes de la sustentabilidad y que no es contradictorio con la ciencia y la tecnología”.

En el mismo sentido, Arriola asumió que “no podemos prescindir todavía de los fitosanitarios químicos pero la reducción continua de uso con cultivos de servicio y rolado, es un desafío creciente. Se trata de imitar a la naturaleza, donde no existen ciclos marcados de vida y muerte como implican las siembras y cosechas, sino tratar de estar continuamente con raíces vivas para beneficiar la actividad biológica del suelo, poder mejorar las propiedades físicas y químicas. Hemos comprobado que de esta manera los suelos se hacen más productivos”.
Lo dejó escrito el austríaco Peter Drucker, considerado el padre del gerenciamiento moderno, a sus 91 años: “Innovar es encontrar nuevos o mejores usos a los recursos con los que ya disponemos. Lo que se mide se mejora. Si quieres algo nuevo, tienes que dejar de hacer lo antiguo en vez de defenderlo”.
En eso están los productores agropecuarios de punta, y así buscan mejorar, por su propio bien, y para conectarse más con las inquietudes de todo el planeta”.

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