En vacas lecheras, como los expertos siempre explican, una dieta bien formulada equilibra:
- Fibra efectiva, para una buena función ruminal.
- Proteína de calidad, que sostenga la producción.
- Minerales y vitaminas, que favorezcan la salud y la reproducción.
- Energía suficiente, sin excesos que afecten la condición corporal.
Con las personas sucede lo mismo, una dieta nutritiva equilibra macro y micronutrientes, incluyendo proteínas magras, carbohidratos de buena calidad, grasas saludables, vitaminas, minerales y suficiente agua. No se trata solo de “llenar”, sino de alimentar las funciones vitales del cuerpo.
Cuando se come, pero no se nutre…
Tanto en humanos como en animales, la mala nutrición puede ocurrir en dos escenarios:
- Deficiencia: la dieta no cubre los requerimientos básicos.
- Exceso con mala calidad: hay abundancia de calorías, pero con escasos nutrientes esenciales.
En vacas, esto puede verse en caídas de producción, pérdida de condición corporal o mayor incidencia de enfermedades. En personas, se traduce en cansancio, defensas bajas, menor rendimiento físico y problemas de salud a largo plazo.
Lecciones del tambo para la vida diaria:
Si en el tambo entendemos que una buena alimentación es inversión porque mejora la producción, la reproducción y la longevidad del animal, con nuestra propia salud deberíamos aplicar la misma lógica.
Invertir en una alimentación nutritiva significa:
- Priorizar alimentos frescos y de calidad.
- Mantener un equilibrio entre grupos de nutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas).
- Evitar el exceso de ultraprocesados, grasas trans y azúcares.
- Adaptar la dieta a las necesidades de cada etapa de la vida y nivel de actividad física.