Durante 2022 la cadena láctea argentina dio pleno abastecimiento al mercado interno y creció en sus exportaciones. Cumplió con la sociedad en lo que aporta: trabajo, alimentos básicos y divisas. Pero las autoridades no cumplen con ella: siguen las intervenciones distorsivas que restringen la captura del valor que genera, por parte de la cadena y su transmisión hasta los tambos.
Y se suman daños crecientes con cada nuevo “dólar soja” (cuyas reparaciones parciales tardan en llegar) y con mayores condicionamientos al acceso a financiamiento