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Cuando concurrir a un nutricionista

Lic. JOSEFINA MARCENARO

Licenciada en Nutrición

jmarcenaro@hotmail.com

Una sociedad más consiente
A diario acuden personas al nutricionista porque los deriva el cardiólogo, el gastroenterólogo, el clínico, o el endocrinólogo porque quieren bajar de peso o porque los análisis les han dado mal.

De la charla entre el paciente y el especialista surgen cuales son sus hábitos alimentarios, su ritmo de vida y su relación con la comida (algo que trataremos más adelante). Ellos mismos se proponen todos los cambios que van a hacer y aquí es donde entra la incógnita… ¿Por qué esperar tanto?, ¿por qué llegar al límite?, ¿por qué el miedo hace que de repente tengan tiempo para caminar, para cocinar, para poder tener conciencia que no se puede vivir de snack o fiambres?
Para bien, últimamente se ha notado un aumento de consultas para poder “aprender a comer”, lo cual es gratificante porque habla de que vamos tomando conciencia que no sólo debemos preocuparnos por “curar la enfermedad” sino que, de a poco como sociedad, vamos avanzando, queremos ir más adelante, queremos prevenir, cuidarnos, saber qué consumimos, y eso es muy bueno.

Estamos frente a una pandemia de obesidad.
Como sociedad tenemos que ayudar. Hay que ser proactivos, fomentar el consumo de frutas y verduras, bajar los procesados y aumentar la actividad física. Ayudar desde nuestras casas y así se empieza, aprendiendo a comer para poder llegar a tener buenos hábitos.

Los pilares para una buena alimentación están dados por las cuatro leyes básicas: cantidad, calidad, armonía y adecuación:

  • Ley de la cantidad: debe ser suficiente para satisfacer las necesidades energéticas del individuo y mantener su equilibrio. El requerimiento energético de un individuo, que le permitirá una buena salud a largo plazo y mantener una actividad física deseable, depende de variables como: la talla, la composición corporal (cantidades relativas y absolutas de masa magra y masa adiposa), el tipo y nivel de actividad física, así como también las actividades fuera del entrenamiento (escolar, laboral, movilidad, etc.).
  • Ley de la calidad: El plan alimentario debe ser completo para ofrecer al organismo, que es una unidad indivisible, todas las sustancias que lo integran, llamadas nutrientes esenciales como son: proteínas, carbohidratos, lípidos, vitaminas, minerales y agua.
  • Ley de la armonía: La cantidad de los diversos nutrientes que integran la alimentación deben guardar una determinada proporción entre sí, y de esta forma se maximiza la biodisponibilidad de cada uno de ellos.
  • Ley de la adecuación: que contempla al individuo en su conjunto, adecuando la alimentación a sus gustos, hábitos, tendencias, situación socio-económica y cultural, su realidad laboral, actividad física y horarios entre otras. Por lo tanto cada plan alimentario debe ser planificado de manera individualizada, contemplando al ser humano como un todo.

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