Producir XXI, agosto 2022

En contaminación la ganadería tiene más luces que sombras

Ing. Agr. Dr Ernesto Viglizzo

eviglizzo@gmail.com

Extractado de La Nación

A medida que avanza el conocimiento científico se hace de menor peso el papel que tiene la producción bovina en la emisión de gases de efecto invernadero en relación con otros sectores de la economía

Tan pronto la FAO publicó en 2006 “La Larga Sombra del Ganado”, las vacas cayeron bajo un manto de sospechas y las críticas les llovieron. Entre otras calamidades, se intentó demostrar que los gases emitidos por los bovinos eran factores de peso en el calentamiento y el cambio climático global. Sus autores cargaron en la “cuenta de carbono” de los bovinos las emisiones de otros sectores no agropecuarios, como los fabricantes de insumos, transportistas, frigoríficos, distribuidores minoristas, expendedores, etc.

Aunque el cómputo atribuyó a las vacas un 18% de las emisiones globales, un recálculo posterior (2013) bajó esa cifra a un sugestivo 14,5 %. Solo un paso medió entre aquellas cifras y el comienzo de una campaña agresiva para reducir el consumo de carnes y lácteos.

Hoy detectamos inconsistencias en aquellos reportes: si los inventarios nacionales asignan las emisiones a las industrias que realmente las producen, no es lícito asignarlas en paralelo a la ganadería. Sería un caso de contabilidad duplicada. Cuando se omite esa duplicación y se computan únicamente las emisiones biogénicas del ganado (de origen metabólico), esa cifra desciende a menos del 5 %. Más aún, ese porcentaje tiende a descender año a año porque aumenta el consumo de combustibles fósiles ¿Qué enseñanza nos queda? Que el método de cálculo determina el número, y que el número puede confundir a la opinión pública.

El metano se desintegra más rápido

Sabemos que el metano que emiten los rumiantes es un potente gas invernadero. Publicaciones recientes difieren en sus estimaciones, pero los bovinos emitirían entre 17 y 24 % de las emisiones globales de metano.

En tanto otros gases invernadero (como el anhídrido carbónico y el óxido nitroso) pueden persistir en la atmósfera varias décadas y aún siglos, el metano se desintegra y pierde su potencial de calentamiento en unos diez años. Esto significa que la persistencia de los gases no es equiparable, y que una corrección de los cálculos es inevitable.

El ganado recicla carbono, no lo suma

Los bovinos sintetizan el metano emitido a partir del carbono que ya estaba en el aire, y que fue antes capturado mediante fotosíntesis por las plantas que ellos consumen. El ganado no adiciona más carbono a la atmósfera; simplemente recicla el que ya existía.

Lo opuesto ocurre en las industrias que queman combustibles fósiles: año tras año adicionan a la atmósfera, sin intermitencia, nuevos volúmenes de carbono. Las estadísticas lo demuestran: en 1995 aproximadamente el 17 % de las emisiones globales provenían del sector rural; en 2021 esa cifra descendió a menos del 7,5 %. Del 92,5 % remanente, casi el 70 % proviene de industrias que dependen de la energía fósil. ¡Cuidado, entonces, con las estrategias que desvían el foco de atención desde esas industrias hacia el ganado!

En una mirada doméstica, es pertinente preguntarnos cuánto emiten las vacas argentinas y cuánto influyen en el calentamiento del planeta. Según estadísticas globales del 2019, los bovinos argentinos emiten aproximadamente un 0,16 % de las emisiones globales. Al quedar muy por debajo del 1 %, queda claro que su influencia sobre el calentamiento global es insignificante ¿Qué sentido práctico tendría bajar la población bovina en un país que se alimenta y genera divisas a partir de ella?

No es sólo emitir carbono, es también capturar y acumular

Lo planteado hasta aquí cuenta una parte de la historia: la de las emisiones. La otra parte nos obliga a mirar el carbono capturado en nuestras extensas tierras ganaderas. Nuestro país cuenta con una gigantesca plataforma de fotosíntesis apta para capturar y acumular carbono orgánico en la biomasa de la vegetación y en el suelo.

Como contamos con pocas mediciones de campo, por ahora solo podemos trabajar sobre hipótesis. Pero no debería sorprendernos un balance neto positivo si la captura y acumulación de carbono en las tierras rurales supera a sus emisiones. Hay un desafío metodológico a explorar.