Producir XXI, septiembre 2023

¿Cómo funciona el primer tambo “regenerativo”?

Sofía Selasco, de Bichos del Campo

Extractado de La Nación

En “La Invernada”,

Rodolfo Zechner

y su esposa

implementaron con éxito

el manejo holístico

y hacen una lechería

responsable con su entorno

Aunque se embarcó en esta misión hace dos años, lo primero que el agrónomo Rodolfo Zechner aclara al hablar del manejo holístico es que se trata de una transición, y que “para hacerla prolija se requiere de dedicación”. Junto a su esposa, la veterinaria Bettina Mampaey, y respaldado por el Nodo Perennia de la red de Nodos de Ovis 21,empresa especializada en el manejo holístico de pastizales a partir de la metodología creada por el africano Allan Savory, reconvirtieron el planteo productivo en “La Invernada”, un campo destinado a la producción lechera, y comenzaron a aplicar en la lechería las guías y herramientas de la ganadería regenerativa, usualmente utilizada en planteos de carne.

“Es lo mismo que se hace entre quienes producen carne. En definitiva, es qué hacemos con el suelo, con los pastos y con los animales. Naturaleza hay una sola y la biología es una sola. Que nosotros apliquemos este manejo en lechería responde a que venimos en esa producción hace muchos años y decidimos cambiar. No tenemos un producto certificado ni lo vendemos de forma diferenciada, aunque sí lo tenemos como un norte”, dice a Bichos de Campo Zechner, quien ahora se convirtió también en uno de los protagonistas de una serie de documentales que realizó Ovis 21 para mostrar la experiencia de productores que aplican el manejo holístico.

El matrimonio, originalmente oriundo de Córdoba, trabaja sobre un establecimiento de 1.530 hectáreas de superficie, entre tierra propia y alquilada, entre las localidades santafecinas de Gálvez y Colonia Belgrano.

En promedio cuentan con un rodeo de 1.100 vacas en producción, y alrededor de 1.100 cabezas para la recría. Los animales se distribuyen en dos tambos, uno que opera con 450 vacas y otro con 650, a partir de los cuales alcanzan los 6 millones de litros de leche por año.

Así entraron al sistema productivo

Sus inquietudes por ir hacia sistemas más amigables con el medio ambiente hicieron que estos profesionales analizaran otros caminos posibles, lo que finalmente los condujo a las puertas de la producción holística y regenerativa.

“Si bien estamos entre los primeros que formalizamos la metodología de lo que es la evaluación de la salud ecosistémica, incluso estamos en la base de la página del Instituto Savory, para decir que estamos regenerando tenés que tener una continuidad en el mejoramiento de los índices de salud, etc.”, adelanta Zechner.

¿Y cómo se mide eso? A través de la evaluación EOV -Ecological Outcome Verification- o Índice de Salud Ecosistémica, reconocida a nivel internacional y que se mide, según explicó el agrónomo, a partir de 15 indicadores a corto plazo –que se chequean todos los años- y de tres a largo plazo –que se controlan cada cinco años-.

“El EOV mide el funcionamiento de los cuatro procesos ecosistémicos fundamentales del ecosistema: el flujo de energía, el ciclo de nutrientes, el ciclo del agua y la dinámica de las comunidades. Para saber dónde estoy parado están esos indicadores que año a año te dan un valor. Nuestra ecoregión va de -160 puntos a +150 puntos. Para que un campo este regenerando, debe tener un índice superior a 60, lo que supone que todos los procesos están funcionando muy bien y que estás no solo secuestrando carbono sino mejorando la materia orgánica del suelo, la infiltración, la biodiversidad, y estás captando correctamente la energía solar”, explicó el productor.

Entre los indicadores de corto plazo se destacan el de biomasa presente, que siempre está relacionada al máximo potencial que ese sitio puede expresar en función de la ecoregión; los relacionados a los grupos funcionales como las gramíneas perennes de verano, las gramíneas perennes de invierno, las hierbas y leguminosas, la presencia de árboles y arbustos, las especies contextualmente deseables (indican que el manejo ayuda al ecosistema), las especies indeseables (corrientemente llamadas malezas); indicadores de presencia de mantillo; del bosteo de los animales y su descomposición; indicadores relacionados a suelo desnudo, a la erosión hídrica y eólica, entre otros.

“Gracias a esos indicadores de corto plazo rápido, podés hacer un cambio de manejo rápidamente. Si vos venís con mucho suelo desnudo, es porque te está faltando perennizar el campo. Si a vos te faltan en verano gramíneas, vas a tener suelo desnudo y poca capacidad de fotosíntesis y de producción de biomasa. Cada indicador que está captando algo y te da la posibilidad de mejorarlo rápidamente y reacomodar tu manejo”, indicó Zechner.

En cuanto a los indicadores de largo plazo, ellos miren el secuestro de carbono, la infiltración y la “dinámica de las comunidades” que refiere a la biodiversidad sobre el suelo y debajo de él.

-En el marco de la extensa sequía que azotó al sector en estos años, el control de estos puntos que mencionás, ¿te permite mejor posicionado ante las inclemencias del clima?

“Cuanta más salud tenés, mejor parado estás tanto para afrontar sequías como inundaciones. Nosotros lo hemos vivido este año donde nos llovieron 377 milímetros y tuvimos un crecimiento de 15 toneladas de materia seca en las praderas. No tuvimos que recurrir a compras adicionales. Hemos podido sostener la carga a lo largo del periodo”.

“Yo siempre aclaro a nivel historia que en este establecimiento ya veníamos trabajando hace muchísimos años con sistemas de pastoreo organizado, con praderas perennes, con una buena proporción de materia orgánica en el suelo. Nosotros como piso en el suelo tenemos 3% de materia orgánica en los lotes. Medido a 20 centímetros (en Ovis lo medimos a 30), tenemos entre un punto y un punto y medio más que cualquier vecino”, agregó luego el agrónomo.

– ¿Este manejo le representó la necesidad de realizar muchos cambios de cara a esta transición?

“A nivel de lo que es pasturas y de manejo de pasturas, los cambios fueron relativamente menores. Lo más importante que hemos cambiado es el tiempo de reposo o de regeneración de las pasturas, en donde realmente nos hemos adecuado a tiempos que se acercan a una regeneración. Eso va variando de acuerdo a los años porque estamos condicionados por el ambiente, es decir, por la distribución estacional de la humedad. Además, salimos de los cultivos anuales. Salimos del silo de maíz, del de sorgo, del raigrás y de la poca agricultura que hacíamos. Hoy está el 100% del campo perennizado, por lo que produce el 100% de la superficie, los 365 días del año, con una gran variedad de especies que cada una da lo suyo en un periodo determinado del año.

-¿Estos cambios son más costosos en una superficie extensa como la de “La Invernada”?

-Existen herramientas como la planificación del pastoreo, que bien aplicada ayuda a prever por 150 a 180 días para adelante dónde van a circular los animales y qué carga podemos tener. El personal participa en la construcción de los planes de pastoreo, entiende, conoce. Y todos nos sentimos cómodos porque tenemos una herramienta que nos organiza y no tenemos que andar pensando a dónde van los animales porque ya está planificado. Lo vamos ajustando porque se va monitoreando permanentemente por si hay un cambio. Hay toda una metodología desarrollada por Ovis y por Alan Savory en su manual, y esta la experiencia nuestra de años de trabajar con esta cantidad de hacienda y de lotes.

-Más allá de que ahora no está en sus planes de corto plazo, si de acá a diez años usted logra producir leche íntegramente por este sistema más amigable con el ambiente, ¿cree que sería una leche con valor agregado?

-Sí, totalmente. Yo por una cuestión de edad, de ganas, personalmente no quiero abrir otro frente en este momento. Pero esto está abierto y como empresa pensamos en desarrollar algo en este sentido, e invitar a personas que estén en línea con nuestro propósito. Ese es el desafío de seguir armando equipo y de encontrarse con gente que quiera ampliar esto.