Producir XXI, junio 2021

Políticas argentinas de ganados y carnes: ¿mala praxis o desconocimiento profundo?

Ing. Agr. Fernando
Vilellafervilella@gmail.com
colaboración: Andrés Halle

Un análisis de medidas ya experimentadas que trajeron más pobreza para todos, desprestigio internacional en el mercado de carnes y ninguna solución al consumidor argentino.

La mala praxis se refiere a la responsabilidad profesional por los actos realizados con negligencia, siendo esta la acción del descuido voluntario por parte de un profesional especializado al momento de realizar una tarea estrictamente relacionada con su profesión. Aunque para calificarla debe detectarse dolo o intencionalidad en el daño, que siempre es difícil de demostrar como en cualquier otro delito. Cuando hoy vemos el enunciado de ciertas políticas de ganados y carnes, si no hay delito hay una falta grave de desconocimiento con consecuencias conocidas y funestas para el conjunto de la comunidad.
En estos días una Secretaria de Estado anuncia por sobre el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca que cerraría nuevamente las exportaciones de carnes, amenazó con un incremento en las retenciones mientras se han implementaron nuevas versiones de los ROEs rojos. Todo esto se hace a pesar del rotundo fracaso que estas medidas ya tuvieron recientemente en términos económicos, ambientales y sociales.
Nos referimos al cierre temporal de las exportaciones del 9 de marzo de 2006 que fue un descalabro que generó pérdida de credibilidad en nuestros mercados tradicionales, pérdida de divisas, miles de obreros en la calle, desaparición de 11 millones de cabezas de ganado y al poco tiempo el costo de la carne para los consumidores argentinos más alto de la historia. Fracaso rotundo para todos, solo se ganó unos pocos meses de carne más barata por liquidación y aún 13 años después no se pudieron recuperar los millones de cabezas que se tenían donde aún estamos a medio camino.
Consecuencias nefastas para la producción e industria: el especialista en ganadería, Andrés Halle, enumera algunas de ellas: como la pérdida de mano de obra, cierre de frigoríficos, perdida de productores ganaderos, pérdida de divisas para el país, pérdida de mercados ganaderos existentes, pérdida de confianza por parte de compradores de carne, pérdida de mercados potenciales de alto poder adquisitivo, pérdida de inversiones de parte de toda la cadena ganadera, pérdida de potenciales nuevos empleos, pérdida del stock ganadero, merma en la producción de carne del país, merma en el consumo per cápita de los habitantes de Argentina, y fuerte aumento en el precio de la carne al consumidor. En resumen, la medida trajo mas pobreza para todos.

Algunos datos que fundamentan estas afirmaciones
Menor rodeo y más informalidad: Según uno de los mayores expertos sectoriales, Fernando Canosa, “se perdieron 10 millones de cabezas, cerraron 100 frigoríficos y se perdieron 15.000 puestos de trabajo. Otro gran experto, Víctor Tonelli, dijo respecto a la parte industrial que esto generó “crecimiento de la informalidad de todo tipo, con cooperativas truchas, pérdidas de inversión y de prestigio e inserción en el mercado internacional”.
Según datos de la UCA manteniendo el nivel de las exportaciones de antes del cierre se hubieran exportado unos US$10.000 millones más a partir de 2006, que eran de 770.000 toneladas y bajaron a la cuarta parte, unas 220 mil, por varios años, bajando la participación argentina del 8 % del mercado mundial y de ocupar el tercer lugar de exportadores a menos del 2% y bajar al puesto 13”.

Estábamos hasta ahora en franca recuperación, habiendo el año pasado exportado un récord de 900 mil ton, el segundo mejor registro histórico luego del mayor hace casi un siglo, nuevamente un 8 % por ciento del mercado y unos U$S 2800 millones. Con este monto se podrían comprar el triple de todas las dobles dosis de vacunas para el Covid19 para los 45 millones de argentinos, a un precio medio de 10 dólares la unidad.
Quedamos muy mal en el mercado mundial. El año del cierre se hizo el Mundial de futbol de Alemania y todo su sistema hotelero y gastronómico había reservado para abastecerse carnes calidad de la cuota Hilton, no la recibieron y la reputación nacional fue fuertemente afectada. Después por muchos años no se pudo cubrir dicha cuota de aranceles preferenciales y de cortes de alto valor.
A los consumidores argentinos les fue también muy mal ya que bajó la producción un 18%, aumento en menos de dos años el 300% en las carnicerías con 200% de inflación, bajando el consumo per cápita de los 62 a los 57 kgr.
Por otro lado si bien aumento el porcentaje de lo exportado, hoy 25%, nuestro mayor mercado China consume cortes de baja calidad o categoría vaca que no es la preferencia de los argentinos.
La gran pregunta es ¿Cuál es la razón para repetir una política con una experiencia tan cercana y fracasada? ¿Desconocimiento? ¿Mala praxis? O un desconocimiento profundo que lleva a la (sistemática) mala praxis.

Vilella es Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director ​del Programa​ de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires

 

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