Producir XXI, abril 2025

A la hora de las decisiones, recuerde estos aspectos.

Ing. Felix Fares,

Asesor privado.

Felixfares57@yahoo.comar

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Todas las decisiones que se toman en el tambo, sin excepción, tienen un impacto económico, a la corta o a la larga. De ahí la importancia de analizar decisiones y consecuencias.

Toda decisión tiene una consecuencia   

En algunos casos puede que sea un impacto relativo, de bajo impacto, pero en otros, resulta ser de aquellos que se dice “mueven el amperímetro” del tambo. Y ni hablar cuando se trata de la combinación de varias decisiones, que se potencian.

 Además, debido al fenómeno de las denominadas “inercias” del tambo, puede que los efectos se sigan haciendo sentir, a lo largo del tiempo, cuando quizás hasta ya ha quedado en el olvido cuál fue la decisión que desencadenó todo.

Prever todas las consecuencias

Siempre que se toman decisiones es con un objetivo, es decir que esa acción genere una consecuencia. Pero, además, hay que tener en cuenta sus efectos colaterales, consecuencias “no deseadas” que pueden llegar a ser importantes. Sugerencia entonces: anticiparse a ese momento y tratar de tener en cuenta TODAS las consecuencias que pueden llegar a ocurrir, las deseadas, pero también las indeseadas.

El caso extremo sería el de alguien que decide, en medio de un momento de hastío de cansancio, o de bronca, cerrar su tambo, con todas las consecuencias que ello conlleva.  Puede que lo decida por una cuestión de rentabilidad, en un momento de crisis, alentado además por un “veranito” por el que está pasando el gran competidor, la agricultura (volantazo no aconsejado).

Pero también puede que ocurra por otros motivos, que exceden lo puramente económico: puede que sea por un recambio generacional, en el cual los que llegan a hacerse cargo de la empresa prefieren no continuar con el tambo.

Decisiones muy variadas

Las decisiones pueden ser tantas: desde de dejar de inseminar para pasar a servicio con toro buscando un ahorro en medio de la crisis; no reemplazar personal que deja el tambo, con lo cual se sobrecarga al resto, sacrificar parte de la reposición vendiendo un lote de vaquillonas preñadas para “hacer caja”. En el otro extremo, “rejuvenecer” el tambo aportando una mayor cantidad de vaquillonas de las que serían necesarias para la reposición, para a su ve dar de baja a mayor cantidad de vacas. Encerrar la recría o, por el contrario hacerla más pastoril; y en ese caso ¿en campo propio o arrendado?.  Y la lista puede seguir porque el abanico de posibilidades es grande.

¿Reversibles o irreversibles?

Las decisiones que se tomen (y sus consecuencias) pueden ser reversibles pero también irreversibles. Es decir, volviendo al ejemplo anterior, la decisión extrema de cerrar el tambo es irreversible, no hay vuelta atrás.

Pero en el medio queda todo un conjunto de decisiones que pueden tener diferente grado de “vuelta atrás”. Y a su vez, en caso de que ello ocurra, ver los plazos en que las consecuencias pueden también volver atrás. Puede ser el caso de alguien que, en medio de una crisis, decide abaratar la alimentación, bajando la incidencia de los suplementos a cambio de ofrecer más pasto. O, también dentro de un momento de crisis, reemplazar, como decíamos, la inseminación artificial por toros.

Podemos agregar quien decide achicar el tambo, o, en el otro extremo, aprovechando los parámetros de crecimiento del rodeo, abrir un nuevo tambo, por ejemplo, en un campo arrendado.

 

Toda decisión positiva tiene un beneficio, pero también un costo.

Siempre que se toma una decisión, implica un costo, que puede que hasta supere al beneficio a obtener. Por ello, hay que medir sus consecuencias, y cuánto. Ni hablar cuando una decisión se tomó “en caliente”. Sería utópico, pensar que todas las decisiones que se tomen serán las acertadas. Y es precisamente cuando se comenten errores, que está posibilidad de tomar nota de ellos, aprender del error cometido, y que no vuelva a ocurrir.

Lo ideal sería poder anticiparse a ese momento, y tratar de que las decisiones que se tomen sean “en frío” y “no en caliente”. Que antes de hacerlo se hayan evaluado con detalle todas las posibles consecuencias que puede traer dicha decisión, y que pueden no ser lineales, sino que conviene plantear los posibles escenarios que aparecerán.

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