Producir XXI, marzo 2025

Un Señor, con mayúscula.

Luis Landriscina, un ejemplo de persona y de vida

 

Ing Agr Oscar Alloatti

oscaralloatti@gmail.com

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En el reciente reconocimiento de la Cámara de Diputados de la Nación, donde le entregaron a Don Luis, el amigo, el señor, el artista querido por todos, la Distinción Juan Bautista Alberdi, dijo una frase muy linda: “Esto que me están haciendo ustedes, y me han hecho otros también, son caricias al alma, muy necesarias para toda persona”. Para Producir XXI, que estuvo en el acto en Diputados y ha estado invitado al programa de TV de Luis y del autor de esta nota, es un honor dedicarle este extenso espacio.

– Luis, comencemos con tus padres que vinieron de Italia, y luego contanos también de aquellos que te criaron desde muy chiquito, que vinieron de España.

Mi padre vino primero porque mamá estaba embarazada, no pudo viajar porque el viaje era muy duro en aquella época. A los seis meses del parto la autorizaron a viajar, pero venía en la bodega, era lo más barato. Según cuentan mis hermanos, yo no hablé nunca con mamá, no me acuerdo ni de la voz ni nada, yo tenía un año y medio cuando murió. Y la sacaban una hora por día para que tome aire y le daban agua potable, y ellos comían lo que traían para el varoncito de dos años, y la nena tomaba el pecho. Comían lo que traían, seguro que era cecina, una clase de charque, y compartían entre los italianos. Algunos traían alguna otra cosa, algún fiambre, alguna cosa. Y llegan al país, y nace una hermana, Rosa. Después salen, cargaron todo en un camioncito y se iban para el Chaco, camino de tierra, desde Santa Fe era todavía camino de tierra. Llovía terriblemente, habían perdido un baúl que se cayó en un puente y perdieron las cosas que traían, todo lo que tenían. Mamá venía embarazada, y en el kilómetro 187, que ahora se llama Pedro Gómez Cello, le piden al jefe de la estación si le podía prestar un vagón, esos con techo, para ver si mamá podía tener familia ahí, y ahí tuvo a Clara, a mi hermana Clara.

¿Por qué nos enteramos de eso? Porque mi padre vino a tener, mi padre adoptivo, años después, un obraje ahí, de la familia Obligado, y me presenta a mí, con 6 años, creo, 7, dice, este es mi hijo, yo me llamo Rodríguez, pero él se llama Landriscina, y el jefe de estación dice, ¿Landriscina?, acá un Landriscina venía en un camión y me pidió un vagón para que la señora pudiera tener familia ahí, y tuvo una nena, y esa era mi hermana Clara, por eso nos enteramos. Se instalan allá en Colonia Baranda, arriendan un campo y ahí se instalan y ahí nacimos el resto de los que somos argentinos. Nació Nicolás, Carlos, yo, y Miguel Ángel. Ya le había dicho el doctor Ferrando, que un hijo más se moría, y mi mamá murió en el parto del último hermano, Jerónimo Miguel Ángel.

Mi hermano mayor, con 14 años, Pascual, el que había venido de Italia, manejaba un camión Internacional que habían comprado mi padre. Y le hacían flete a Don Rodriguez, que después fue mi padrino. Así que se arma una relación laboral primero y después afectiva. Y cuando me ven a mí, yo era un rubiecito chiquito y bueno, ahí la Sra de Rodriguez pidió que yo fuera su ahijado. Sí, dijo mi madre, me lo pidieron los Feldman también, porque como rubiecito, dicen que es medio alemán. “No, va a ser para mí como un hijo”, dijo doña Margarita Martínez de Rodríguez. Y mamá le dijo, bueno, cuando nazca el que viene, o la que viene, después que pase todo, hacemos la fiestita para hacer el bautismo. Porque se merece una fiestita si va a ser el padrino. Y no llegó. Murió en el parto de Miguel Ángel.

De todo esto yo me entero por los papeles que anduvimos buscando, que no los encontrábamos. Hace dos años de esto. Que mamá muere el 16 de octubre y el 11 de noviembre yo ya estaba bautizado por los Rodríguez. Y ahí prácticamente, y como ya había dos hermanas yendo a la escuela y porque mi papá no tenía para pagar la pensión, se resuelve el tema para que yo pase a ser criado de ellos, los Rodriguez.

– ¿Quiénes descubrieron que vos tenías estas aptitudes para el relato, para la poesía, todo eso? ¿Y cómo te fue a partir de esos momentos?

Las que descubrieron esto eran las maestras. Yo era un personaje muy especial que se atrevía a pararse delante del poder público que vas a tener en tu vida, que son tus compañeros. Yo me paraba a decir un verso en la posición que te enseñaban para leer un libro en posición de firme, con una mano libre para dar vuelta a la hoja cuando había que seguir la lectura. Y después la señorita o la señora o el señor maestro, como le decíamos, te pedía que haga un resumen, no hablaba de síntesis, hablaba de resumen de lo que había leído. A todo esto, ya mi padre adoptivo, don Santiago Rodríguez, el día anterior ya me hacía una explicación de lo que era un resumen y que era lo más importante que yo tenía que recalcar de esa lectura. Así que siempre me destacaban esas cosas y porque era atrevido te digo para pararme delante del grado y decir un verso como si fuera el hijo de la maestra.

-Contá Luis algo de cuando te fuiste con la delegación del Chaco a Cosquín? ¿Qué buscabas con eso acompañando a varios más? Todos se sorprendieron de que apareció uno que hacía relatos con humor.

Yo lo que quería cuando fui a Cosquín, que nombren mi pueblo y mi provincia por radio. Porque venía escuchando un programa que se llamaba El Canto Cuenta Su Historia y cantaron de todas las provincias, pero el Chaco no figuraba. De ahí que yo entré a componer. Yo rasgaba, rasgaba más o menos y me acompañaba solo. Y compuse esos dos temas: el Chaco y el Casi Gringo, que con eso abrí Cosquín. Y algunas letras más sobre el obraje, porque a los cinco años yo andaba de la mano de mi padrino con los obrajes, aprendiendo el sonido del hacha.

Después me entusiasmaron las mismas gentes de la Casa del Pueblo. Me hospicio un programa que yo hice con libretos de mi hermana. Ella hacía libretos en Buenos Aires, estudiaba para eso. Con Aníbal Cufré, un locutor muy importante que hubo, de la radio Splendid. Y Aurora del Mar, una actriz que creo que todavía vive. Que ya debe ser centenaria. Yo hacía de Río Paraná. La Aurora del Mar hacía de Señorita Historia, el señor Tiempo era Aníbal Cufré.

Y eso me hizo conocer, para alguna gente más, y estaba Miguelito Franco, que tenía el programa Las Alegres Fiestas Gauchas. Y ya me invitó él a participar, y era un programa muy escuchado por el gauchaje y gente de campo. Y ya me empezaron a invitar a que vaya a esto, lo otro. Y, bueno, a las peñas que yo iba, iba a mostrarme, para que supieran lo que yo hacía, tenía que ir y trabajar gratis. Y después, cuando me empezaron a llamar, ya me entusiasmé.

Y con la gente de Las Alegres Fiestas Gauchas, ya me invitaron a las jineteadas, qué sé yo, y ya empecé a ser conocido. Y ya después me invitaron a ir a los festivales. Y la cosa fue lentamente, pero fue con paso firme. Convencido de lo que tenía que hacer, y no sacar los pies del plato.

Después, volví al Chaco. Y allá, en el cuadro artístico, yo ya estaba con Betty, que es mi Sra., en aquella época sin que nadie supiera, porque era jovencita cuando yo me fui a hacer el servicio militar. A la vuelta sí fui y hablé con la madre. Llevamos 63 años de casados. Dos hijos. El Dino, que es el mayor. Cuando fui a Cosquín ya tenía un año.

¿Y por qué fuimos a Cosquín? Porque el Intendente que era Julio Lorenzo y el Ministro de Salud Pública, Doctor Pastor, había sido padrino mío de casamiento. Y Deolindo Bittel, que era el gobernador y era de Villa Ángela, decía vamos a mandarlo a Luis a Cosquín. Porque yo me destacaba ahí, en programas en la radio de Saénz Peña. Yo de chico era el cómico del cuadro artístico de la parroquia. Ya me destacaba en todos lados. La Casa del Pueblo, que eran unas grandes tiendas que había en el Chaco, Misiones y Formosa, editaron un libro para regalar, que se llamaba “Un chaqueño canta a su tierra”. Y entonces, había que agregarme a una delegación que salía de Resistencia, que era organizada en la peña Martín Fierro que hacían la representación de un casamiento en el campo. Y yo le digo, mire, no le va a gustar que nos agreguen, porque somos del interior. Y si no va vos, no va nadie, dijo el gobernador, porque pagaba el gobierno el viaje a la delegación del Chaco. Y entonces le dije, no, yo no quiero ir en contra de la voluntad de los que ya están elegidos. Sí, pero son todos de Resistencia, así que vamos a llevar tres del interior. Porque yo elegí a Jovita Díaz y Marcial Suárez que es un cantor, para hacer una parte, aparte, que se llama Chaco Puro, con dos temas míos, “A mi Cachapé” y “Cosechero Algodón”, cantado por Jovita. También, A mí Cachapé lo cantaba Marcial.

Entonces, fui a presentarme a la Peña de Martín Fierro. Eduardo Cerruti, que era el director del espectáculo. Le gusto lo que hacíamos, entonces dijo ¿no se animan entran a la delegación y vienen y participan?, y bueno, ya participamos. Fuimos de canillera de lona y alpargata. Vestido así, me presenté. Yo abrí la presentación del Cosquín con “Casi Gringo”. Eso lo descolocó al jurado porque era primera vez que alguien se animaba a decir que era hijo de inmigrantes.

Después, entre canción y canción de Jovita y Marcial, digo: “le voy a contar unos cuentos”, y los del jurado dicen “que lástima, hizo un verso tan sentido y ahora se quiere hacer el gracioso”. Y se llevaron otra pelada de frente porque el cuento era sobre el Chaco, que era una condición que era necesaria para calificar, y tan del Chaco que hasta uno de los personajes era el gobernador Bittel. Bueno, ahí me destaqué, y todos hablaban del gauchito del Chaco, y por primera vez se instituye el premio “cuentista recitador”, porque hasta entonces era un premio nada más como puntaje para la delegación, pero no era un premio en sí. Nos volvimos de Cosquín, Jovita como revelación, y yo casi revelación, y la delegación del Chaco, como delegación se trajo también su premio.

– Tomaste la decisión de ir a Buenos Aires ya con un hijo chiquito, y paraste en un hotel que los dueños eran del lugar donde habían venido tu familia de crianza, de Castilla y León, de España. Me contabas que, bueno, pasaron momento de estrechez y después apareció algo en la radio, y la popularidad se extendió mucho más. ¿Cómo fue eso?

Por sugerencia del Gobernador Bittel, cuando fuimos con mi mujer y Dino, que tenía un año y chirola. Me aconsejo ir al Hotel Internacional, que debería haberse llamado Interprovincial porque era más provinciano que otra cosa. El Hotel de Don Pepe y Don Joaquín Losada, españoles de León como mis padres adoptivos. Mi padrino y mi madrina, mis padres adoptivos, Margarita y Santiago Rodriguez, les decían los gallegos, pero eran nacidos en León, en Castilla la vieja. Pero era por ese tono de vos que era tan grato para mí, porque es lo que había escuchado con la ternura de mis padres adoptivos.Me encontré con que tenían la misma hechura de gente buena, porque a veces, disimulaban que a fin de mes, no llegaba yo con el pago.

Después, cuando ya las cosas andaban bien, ya andaba en los festivales. Me catapultó un programa de televisión que hacía a la noche para contar cuentos, antes del noticiero. Fue tan importante eso, que hasta en la revista Patorucito me hicieron un reportaje, eso me acuerdo siempre. Cuando yo empecé a andar mejor, apunté a comprarme un autito, que lo hice bolsa en el primer viaje, un Fiat 600. Cuando todo andaba bien, me preguntaban a los 10 o 15 años, ¿Cuánto hace que arrancó lo suyo Landriscina?… y bueno, de Cosquín, hace 10 años, 15… y decía 15 si, y 13 que comemos seguido y caliente, porque dos años gambeteamos el hambre con mi mujer, y con mi nene que fue de un año y meses a Buenos Aires.

Así que, Buenos Aires no te pone palos en la rueda, pero tampoco te ayuda. Tenes que arreglártelas, tenés que ganarte el lugarcito, y la gente es muy tratable, muy cariñosa, cuando sabe quién sos y si tenés algún defecto o tenés algunas virtudes, y ahí te acogen bién.

-Unos años más tarde, llego la iniciativa de que puedas hacer un programa agropecuario, desde el Ministerio de Agricultura, y ese fue el debut tuyo como periodista agropecuario, que yo creo que dura hasta ahora.

Te voy a decir que, cuando ya estaba en la cresta de la ola, yo tenía un estudio de grabación en Gallo 880, y cae un señor y se me presenta, “Soy el Ingeniero Gilardi, soy Viceministro de Agricultura y Ganadería de la provincia de Santa Fe, y queremos contratarlo para hacer un programa para toda las radios de Santa Fe en donde usted hable de las necesidades de cambiar algunas cosas en el trabajo de los agricultores, ayudarlos a crecer. Necesitamos una persona a la que la gente escuche, así que lo venimos buscando para que nos dé una mano, pero no tenemos plata”… así arranco mi relación con el campo. Estaban los dos en su cargo, el Ministro Ing Alberto Renard, y el Viceministro el Ingeniero Ernesto Gilardi, lamentablemente ya no viven ninguno de los dos.

Pero el Ing Gilardi fue el que se pone en contacto, y me pica el bichito, sobre todo porque yo dejaba el cuento para el final, primero se tenía que dar el mensaje que el ministerio decía, y lo decía a mi modo, para que la gente entienda. Por eso, cuando empezamos le digo, “mirá Ernesto, necesito un Ingeniero para que avale lo que yo digo, pero no hablemos para Ingenieros, hablemos para la gente de campo”. Así combinamos con el Ing Soler primero y luego contigo Oscar, de que el lenguaje fuera el adecuado para que lo entienda la gente que te escuchaba o te veía por televisión, según el medio que usáramos. Después, ya me puse yo en el afán de que la gente entienda que todo alimento que no sea pescado, viene de la tierra. Y que entienda que, más de la mitad de los ingresos en el tesoro del país venían del campo y las agroindustrias, cosa que nadie se imaginaba. Entonces, todas esas cosas me las puse como objetivo de esclarecimiento, y lo dije hasta cuando me entregaron el Martin Fierro en la fiesta de APTRA.

– Luis, tu solidaridad para con mucha gente es muy conocida desde la Fundación del Doctor Favaloro, que se la está llevando adelante hasta hoy. Pero hay más que esto.

Mirá Oscar, yo creo que las condiciones que vos tenés para lo que hacés es un don que recibiste, y vos tenés que administrarlo lo mejor que podes y yo lo hago pensando en la gente.

Yo en el Villa Ángela, ni siquiera era el cuatro de copas porque no figuraba en los naipes. Con los jovencitos que éramos en la acción católica, yo tomaba la iniciativa de ir los sábados al Hospital, llevando frutas y verduras e íbamos a cantar. Llevábamos alguna cosa que podían necesitar, que juntábamos entre nosotros, y después, también íbamos a donde estaban los presos encausados y le llevábamos ayuda y acompañamiento. Les llevábamos revistas, tabaco, yerba, y bueno, desde entonces yo, a medida que podía, iba creciendo en las posibilidades.

Me acuerdo que, cuando yo vine a actuar a Buenos Aires, iba y venía en colectivo, todavía no tenía el auto. La empresa que me bancaba, y sabía que yo quería hacer cosas para la gente del pueblo, me ayudaba y llevaba en el buche del colectivo, creo que algo de 50-60 kilos de pan dulce para los comedores que había allá, los hogares de ancianos… en el hogar de ancianos estaba Ramón Rogelio, mi hermano de crianza, pero con 20 años más que yo. Y bueno, también cuando estuve ya protagonista de la radio, por Radio Nacional, con Julio Marvis que hacía por FM y AM por cadena, y me bancaba Nobleza Gaucha. Empezamos a pintar escuelas y a regalar banderas con sol, y después hicimos no sé qué cantidad de miles de casete con música para los recreos en las escuelas. Esa música era de una región por cada recreo para los chicos aprendan en el recreo jugando a saber cuál era la música que los representaba, y eso le regalamos al Ministerio de Educación. Se hace lo que se puede, no es bueno olvidarse de dónde uno viene.

Hoy sigo colaborando con La Higuera, que es el amigo Gustavo Ferrugia. Hace 20 años que está metido en el monte, tratando de parar a la Vinchuca, correr al Mal de Chagas, la Tuberculosis, ahora, el dengue, el Zika, que se yo cuantas cosas más… hasta el Covid. También, me metí de cabeza con lo que más me preocupa que es la Fundación Favaloro por mi amistad con el Dr. Y bueno, sigo haciendo lo que puedo, y además estoy empecinado que en las escuelas, en la curricula, entre también la gesta de Malvinas. En la primaria, secundaria y terciaria. Ya estuvimos en la reunión con la Diputada Ocaña, y ya está en marcha eso para que ocurra. Como detalle que creo que vale la pena que ocurra antes que se muera el último testigo que son los Veteranos de guerra.

Luis, no hablaste de tu segundo hijo, ni de tu relación con Uruguay

Mi segundo hijo es Fabio Adrián, de él tengo dos nietas, mujeres, ya señoritas. Con Dino tengo un varoncito, que es el único Luis Landriscina, porque yo me llamo Luis, y el padre también, y mi padre, ó sea el abuelo de Dino también era Luis… el único Luis Landriscina es al que le decimos Luchi, que es mi nieto varón. Pero Fabio, nació justo el día que lo estaban sacando a Ilia de la casa de Gobierno, el 28 de junio del 66, y yo me estaba yendo al Uruguay a trabajar en el programa de Horacio Guarany, y ahí me enamore de los uruguayos, y los uruguayos se enamoraron de lo que yo hacía. Desde entonces estoy muy tenido en cuenta allá, y yo los tengo muy en cuenta a los uruguayos también. Fabio fue el que después me acompaño el programa que hacíamos en el canal rural, “Landriscina, mano a mano con el campo”, donde empecé con Soler, con la ayuda del INTA, y después, cuando dejó Soler, con el amigo Oscar Alloatti, que sos vos mismo, que habías sido Ministro de Agricultura, y entraste a trabajar de Ingeniero en el programa mío. Y siempre conservando como decía, la posibilidad de que hablemos en un lenguaje llano para los productores, y no hablar de Ingeniero a Ingeniero, porque eso los chacareros no entienden.

Luis, vos sabés que todos te consideramos un gran tipo y que toda la gente te quiere, admira y respeta. Esta nota está hecha con mucho cariño y es para mí un privilegio ser quien la escriba y ser tu amigo.

Otra caricia para el alma Oscar, y más si viene de tu parte. Un abrazo grande para vos y para la gente de Producir XXI y sus lectores, que son gente del campo me dijiste, de esos que hacen mucho por el país en economía, en arraigo en el interior y por la cultura del trabajo.

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