Producir XXI, noviembre 2020

Poniendo la lupa en los costos fijos del tambo

Ing. Agr. Félix Fares

felixfares57@yahoo.com.ar

Los gastos fijos de la empresa, (administración, estructura e impuestos) son aquellos independientes de la actividad que se lleve a cabo. Son una parte importante de los costos totales y hay que cuidarlos.

Separar la paja del trigo: gastos fijos y gastos variables

Es importante, como primer paso, distinguir qué rubros se pueden considerar como gastos fijos, para separarlos de aquellos que son variables. Y tanto unos como los otros lo son en función, en este caso, de una variable: la producción de leche.        

Bajo esa premisa, alimentación, gastos de inseminación, gastos de sanidad, no son fijos. La alimentación, el rubro de mayor incidencia, abarca el forraje producido en el campo (rollos, silos, verdeos, pasturas), y también los comprados, incluyendo su flete. En el caso del personal, que es el segundo rubro en importancia luego de la alimentación, puede ser fijo o variable en función del sistema de remuneración considerado. En caso de ser con tambero mediero, que constituye la mayoría de los casos, sería variable; si es por sueldos, pasa a ser un gasto fijo. 

El mantenimiento de instalaciones, maquinaria (repuestos y reparaciones, combustibles, lubricantes y seguros), mantenimiento de equipo de ordeñe, su limpieza, control lechero y gastos varios. Esos rubros de costos son un mix, es decir que son en parte directos, pero en parte indirectos, según como se analicen.   



Diferenciar gastos fijos de variables para tomar decisiones acertadas 

Muchas veces se plantea diluir los gastos fijos, y asociado a ello aumentar la facturación bruta del tambo. El objetivo es producir la mayor cantidad de leche posible, lo cual se traduce en ordeñar más vacas, sin tener en cuenta los datos de producción individual. Además, se suma el argumento de “no hay que perder escala” cuando en realidad, tampoco se conoce cuál sería la escala mínima ideal para ese tambo particular. La escala puede estar dada, aunque en parte, por las instalaciones, pero además hay otros factores a considerar.

Esta idea de diluir los gastos fijos propios del tambo lleva a veces a tomar decisiones equivocadas, y hasta peligrosas. Por ejemplo, permanecen en ordeñe vacas que, por su baja producción, no deberían ser ordeñadas dado que no cubren sus gastos variables, empezando por los de alimentación (ahí debería sonar la primera alarma), cuando todavía queda el resto de los gastos variables por cubrir (sanidad e inseminación). Con lo cual el remedio es peor que la enfermedad. 

Mas vacas en ordeño no siempre reducen los gastos fijos

La opción debería ser reducir los costos de alimentación, quizás basándose en una dieta más pastoril, de modo que esas vacas de menor producción puedan cubrir los costos de alimentación. Pero para eso debo conocer cuál es el costo de alimentación, aunque sea predominante pastoril, recordando que no existe la alimentación de valor 0 $. Además, requiere para ello una mayor disponibilidad de forraje, en producción y/o en superficie disponible, con sus consiguientes costos directos, también contemplar el costo de oportunidad frente a la agricultura. 

El problema de la sobrepoblación puede acentuarse cuando hay una limitante en la capacidad de las instalaciones de ordeñe, de modo que los ordeñes se prolongan más allá de lo conveniente, afectando las horas de comida de los rodeos y sobrecargando al personal.

Siguiendo con la idea de ordeñar la mayor cantidad de animales, se pueden tomar vacas en capitalización. Pero implica un riesgo sanitario, pueden introducirse enfermedades como la brucelosis o tuberculosis. Las consecuencias y los costos que se “seguirán pagando”, para poder alcanzar nuevamente el status de “tambo libre”, son impredecibles. 

Otra estrategia que se suele plantear sin mucho fundamento, es establecer un mínimo de vacas en ordeñe. El objetivo puede que sea diluir gastos fijos, pero en la mayoría de los casos, ni siquiera se llega a poder medir cuál ha sido el impacto de mantener esa cantidad mínima de hacienda para “dilución de gastos fijos”.

Medir para ganar, decisiones en base a datos concretos

Como vimos, reducir los gastos fijos no es independiente de la producción obtenida, si se sigue adelante con este tipo de estrategias sin medir los resultados, existe el riesgo de no lograr el objetivo y empeorar el margen bruto general del tambo.

En algunos casos, “caerá la ficha” cuando se evalúen los resultados de la gestión, anual, semestral o del período considerado. Puede ocurrir, que no se confeccione dicha gestión o que recién se analice varios meses luego de concluida. O incluso cuando, habiendo confeccionado y analizado la gestión en un período de tiempo razonable, no se detecte que la estrategia de ordeñar “todo lo que de leche” para diluir gastos fijos, fue una estrategia equivocada. Porque tampoco es algo que resulte muy evidente al analizar el resultado. En todos esos casos, es probable entonces que se continúe en sucesivos ejercicios con la estrategia de diluir gastos fijos, con todas las consecuencias que irán acentuándose con el tiempo.