No es sencillo mantener la calidad del servicio cuando el cansancio empieza a notarse. Pero ahí estuvieron: haciendo malabares con los cronogramas, ajustando sobre la marcha, rearmando rutas y grupos de trabajo para no dejar a nadie sin su reserva. Es que cuando uno entiende que está confeccionando el alimento de todo un año, el nivel de compromiso se eleva.
El compromiso va mucho más allá de lo técnico.
También es revisar y reparar la maquinaria a la noche, después de una jornada larga, con frio y cansancio. Es seguir adelante, incluso cuando el cuerpo pide descanso. Porque el contratista forrajero no solo maneja máquinas: también sostiene la rueda productiva de miles de tambos y feedlots.
Como si el clima no fuera suficiente, esta campaña también se vivió en medio de una incertidumbre económica constante. Inflación en retirada, cotización del dólar flotante, cambios en las reglas del juego (algunas para bien), costos que varían semana a semana y dificultades para acceder a insumos fueron moneda corriente. Aun así, los contratistas pusieron el cuerpo, y el capital, para mantener el servicio en marcha.
Desde la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros acompañamos a nuestros socios a lo largo de toda la campaña, ya sea facilitando contactos a través de nuestra Bolsa Laboral, como resolviendo imprevistos en tiempo récord o simplemente estando ahí, escuchando y dando una mano cuando hace falta. Sabemos que solos es más difícil, y por eso apostamos al trabajo en red, a la capacitación y al fortalecimiento institucional.