Producir XXI, agosto 2020
Los diez mandamientos para el manejo del cultivo de maíz para ensilaje
1.- Conocer el potencial de producción del lote.
Generalmente la siembra de maíz no se realiza en los mejores lotes debido a que la mayoría de los establecimientos ganaderos (leche o carne) no están insertos en las mejores zonas agrícolas. Por lo tanto se debe tratar de elegir los lotes más aptos dentro del establecimiento. De esta forma podemos maximizar las ventajas que ofrece el maíz como cultivo para ensilar.
2.- Adecuado manejo de labranzas.
La elección de sistemas de labranza, sea siembra directa o convencional, dependerá de las condiciones del suelo, siempre priorizando la conservación del recurso. Cuanto mejor sea la cama de siembra y la regulación de la sembradora más homogénea será la emergencia, evitando plántulas dominantes y dominadas.
3.- Adecuada elección del híbrido.
Un buen híbrido para silaje deberá reunir:
- Un elevado rendimiento de materia seca.
- Buena proporción de espiga
- Alta digestibilidad de la caña
- Granos blandos tipo dentado, para facilitar la degradación en rumen o intestino y que no se eliminen sin digerir con las deyecciones.
- Amplia ventana de picado para permitir coordinar la llegada del contratista con el estado óptimo de picado.
4.- Adecuada elección de la fecha de siembra.
Las siembras tempranas aventajan a las tardías debido que la proporción de espiga siempre es mayor, permite despejar el lote antes y destinarlo, por ejemplo, a la siembra de pasturas a tiempo, previo mes de barbecho. Por supuesto, cada establecimiento tiene sus características por lo que una siembra tardía (dic) podría justificarse, por ejemplo, a la salida de un verdeo picado.
5.- Adecuada elección de la densidad de plantas.
Un cultivo destinado al ensilaje implica un aumento en la densidad de plantas en comparación con el mismo híbrido destinado a grano. Este aumento permite incrementar el rendimiento sin resignar calidad. Si bien la respuesta es una caída en la proporción de espiga, parte de los nutrientes que no fueron a la espiga se concentran en la caña.
6.- Adecuada fertilización.
Junto con el control de malezas y el manejo del agua es el pilar fundamental en el éxito del cultivo. Es clave el empleo de dosis de fertilizante acordes con los análisis de suelo y el potencial que se desea alcanzar. El uso de un arrancador como el fosfato diamónico y dosis importantes de urea al estado de V5-7 garantizan el rendimiento. Muchos estudios muestran el marcado beneficio económico que genera la fertilización en maíz para silaje, tanto en rendimiento de materia seca como en la calidad del silaje. Si cosechamos la planta completa, la extracción de nitrógeno y fósforo es el doble que en grano y nueve veces más de potasio, debido a que éste último se acumula mayormente en la parte verde de la planta.
7.- Adecuado manejo del agua.
La disponibilidad de agua en floración es la principal condicionante del cultivo en nuestro país. La elección de la fecha de siembra permite ajustarla a tales requerimientos. Se debe evitar que la floración coincida con las máximas temperaturas y máxima demanda de agua del ambiente. De esta forma, también se aprovecha la potencial fertilidad del lote. Al acompañarla con un barbecho limpio que permita acumular agua en el perfil, la probabilidad de daño por sequía se reduce. Si bien un estrés hídrico es perjudicial independiente del objetivo, el daño es mayor cuando se destina para grano. Una menor translocación genera una caída en el rendimiento pero hemos observado un aumento en la calidad de la caña bajo estas condiciones, que compensa sólo en parte las pérdidas.
8.- Adecuado manejo de malezas, plagas y enfermedades
Es impensable llevar adelante un cultivo de maíz sin el control de malezas. Como regla general, el lote debería estar completamente limpio desde la siembra hasta que las hojas cubran completamente el entresurco. A partir de este momento la planta tiene un desarrollo radicular y un área foliar importante que le permite competir exitosamente con las malezas. Existe una amplia oferta de herbicidas, pre, post emergencia temprana y tardía, y eventos que permiten reducir costos y facilitar el control de casi todas las malezas que podrían competir con el cultivo. Un cultivo enmalezado sólo genera pérdida de rendimiento, de calidad y una inversión desperdiciada.
9.- Cosecha entre 30 y 45 % de materia seca de la planta completa.
El momento ideal de picado tiene relación directa con la llamada “calidad técnica”, que es la aptitud del forraje para conservarlo con pérdidas mínimas, y con el “valor biológico” del cultivo, relacionado con la aptitud para generar producto animal: leche o carne. De aquí surge el concepto de Ventana de Picado (VP). Es el período que comienza cuando la planta alcanza un contenido de materia seca del 30% hasta que llega al 45%. Está definido por el contenido de humedad de la planta completa, no sólo por el estado de la espiga. Su duración está fuertemente condicionada por la velocidad de acumulación de materia seca en el grano, mucho más que por la pérdida de humedad del componente vegetativo. Los trabajos de mejoramiento actuales en híbridos para silaje se dirigen a seleccionar genotipos que posean este período lo más prolongado posible. De esta manera es posible flexibilizar la llegada del contratista y permitir que la cosecha de forraje se logre sin pérdidas de calidad ni de rendimiento. Debido a las dificultades que presenta lograr un aumento destacado en el rendimiento de grano, las opciones de atacar la calidad de la caña+hojas o alargar el período nombrado aparecen como alternativas factibles de alcanzar en un menor plazo.
10.- Adecuada conservación y suministro a la hacienda.
Consideramos a este ítem como el más importante. Hemos realizado evaluaciones en infinidad de silos y establecimientos. Se detectó que la calidad de la conservación es extremadamente variable. Lamentablemente, los parámetros ideales de calidad sólo se encontraron en menos del 20 % de las evaluaciones. Los problemas más comunes fueron baja acidez (Alto pH), elevado contenido de materia seca, bajo porcentaje de almidón, elevados contenidos de FDN, FDA y LDA, presencia de mohos, olores desagradables. Y más grave aún son los errores en los sistemas de extracción y suministro del silaje. Las pérdidas llegan hasta el 50 %.
Los errores más comunes se ven en falta de compactación durante el llenado, silos abiertos hasta finalizarlos, mal manejo del autoconsumo, comederos sucios con restos de días anteriores o mixer descargando fuera de ellos y/o distribución de las raciones sobre el terreno. Las pérdidas detectadas se refieren a volumen, no se cuentan las relacionadas con la calidad.