Producir XXI, mayo 2020

A la hora de rendir cuentas...

Ing. Agr. Félix Fares


felixfares57@yahoo.com.ar

En las empresas periódicamente hay que rendir cuentas a los propietarios de cómo van las cosas, tanto en sus luces como en sus sombras.

En las empresas agropecuarias están pasando cosas todo el tiempo, y paralelamente se van produciendo resultados tanto físicos como económicos. Y las cosas no terminan allí, sino que, además, hay que ir tomando decisiones, algunas menores, pero otras de peso. Todo esto lleva a que se vaya generando información en forma constante. Esa información la conoce quien está a cargo de administrar la empresa. En algunos casos se trata de un integrante de la familia, y en otros de un tercero, externo, a quien se le ha delegado dicha función. En todos los casos, eso implica que periódicamente hay que rendir cuentas a quienes son los propietarios de la empresa, de cómo van las cosas, tanto con sus luces como sus sombras.

Pero no todas son unipersonales

En el sector agropecuario ocurre a veces que son sociedades unipersonales, de un solo dueño, y que a su vez él es quien además administra la empresa. En esa situación, puede parecer innecesario que se generen informes periódicamente acerca de las últimas novedades.

Pero se puede afirmar que en muchas empresas no está aún arraigado el hábito de que quien está a cargo informe a los socios de todas las novedades. O por lo menos en forma sistemática, con una periodicidad que se cumpla, y en forma escrita, que reemplace a los simples comentarios que se suelen hacer en medio de una conversación, cuando es la hora de que todos sepan la marcha de las cosas.      

En general se suele pecar por defecto, esto quiere decir que los informes además no contienen datos económicos concretos, sino que se refieren a generalidades. Con el agravante de que muchas veces, se pone mayor énfasis en los aciertos del administrador que en los yerros cometidos que, convengamos, son inevitables en toda actividad humana, que generan experiencia y aprendizaje. Y que al fin y al cabo, lo más importante es conocer cómo han podido ser subsanados, de modo de que no vuelvan a repetirse o, en todo caso, haber generado los mecanismos de reparación adecuados.

A veces es por mucho: hay casos (pocos) en los que se peca por exceso, y el resultado tampoco es el mejor. Es el caso de Las Overas en que Enrique, el hermano mayor a cargo de la administración, que en el afán de que nada quede sin informar, que se sepa la meticulosidad con que lleva todos los datos y que no se le escapa detalle, incluye en sus informes hasta la evolución de la relación entre vacas en ordeñe y vacas totales mes a mes, los equivalentes gramos de suplementación por cada litro producido de modo que los socios conozcan cómo evoluciona la eficiencia de conversión de suplementación en leche,  como así también el dato de cantidad de pajuelas por preñez,  y el índice de no retorno.

En realidad, los informes son tan extensos y detallados, que en la mayoría de los casos, los socios le dan una mirada por arriba, ante la cantidad de información que no comprenden, y los archivan.

Otras por difuso, un caso muy frecuente, sería el de La Guapeada, en la que Darío, administrador a cargo por decisión de sus padres, se limita a informar oralmente a los socios, es decir sus padres y sus hermanos, en una charla de sobremesa, que las cosas marchan bien, la producción viene subiendo, y que todo estaría completo si no fuera por el bajo precio que está pagando la usina. Y anticipándose a la pregunta que suele venir luego, que espera que, si  en los próximos meses el precio mejora, podrá programar en pagar algún retiro a los socios, pero sin mayores detalles de monto ni plazos…Y que, en todo caso, eso implicaría seguir relegando la posibilidad de llevar a cabo las inversiones que están pendientes en el tambo, aunque sin brindar mayores detalles.

La mejor forma de informar es probablemente la de Juan P. que está al frente del tambo familiar La Madrugada. Prefiere que las cosas no queden de palabra, porque a esas se las lleva el viento…De modo que informa por escrito a los socios (padres y hermanos) con una frecuencia acordada con ellos, que en este caso es trimestral.

Prefiere no abundar en detalles que no hacen al fondo del negocio, y además porque la mayoría de los socios no conoce el negocio del tambo en todos sus vericuetos técnicos. Pero tampoco se va al otro extremo de informar vagamente que todo va bien, sino que acompaña todo con datos concretos, montos, y trata de ser lo más objetivo posible, sin caer ni el optimismo sin fundamento ni en el pesimismo en el que entran a jugar sus subjetividades. Se limita a eso, a informar, de modo que los socios cuenten con la información fundamental, ni más ni menos, como para estar al tanto de todo, hacer sugerencias, plantear inquietudes, pedir aclaraciones, discutir estrategias. 

En realidad, no existen recetas, o modelos de informes que mejor se adecúen a esa determinada empresa. Cada una es un mundo, de modo que el desafío será en todo caso acordar la forma en que los socios requieran información de la evolución de la empresa. Están en todo su derecho, aunque a veces se crea que el no requerimiento de determinados datos sea la excusa entonces para no tener que informar. Y que solamente corresponda hacerlo cuando haya cada tanto un requerimiento explícito al respecto. 

Las empresas agropecuarias suelen ser de carácter familiar, lo cual les agrega cierta informalidad con respecto a otras empresas. Pero el capital económico que poseen es muy importante, de modo que corresponde que quien esté al frente se imponga el hábito de informar en tiempo y forma, de manera sistemática, el estado de situación, sin que eso pueda ser considerado como una señal de desconfianza por parte de los accionistas. Que no se limite a que los socios estén al tanto de los dividendos que les toca cobrar en este ejercicio…

Y, llegado el caso, que nadie pueda aferrarse al argumento de decir, “a mí nunca me informaron sobre los números de esta empresa…”

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