Poner en el centro a la persona y su contexto
En un mundo donde la alimentación tiende a estandarizarse, hablar de nutrición personalizada es volver a poner en el centro a la persona y su contexto. Ya no se trata solo de contar calorías o seguir dietas universales, sino de comprender que cada cuerpo es único, con necesidades particulares que dependen de su genética, estilo de vida, entorno y, sobre todo, de su historia.
Hay quienes conviven con enfermedades crónicas, quienes buscan prevenirlas, quienes desean aumentar su energía, su rendimiento o simplemente sentirse mejor. La nutrición personalizada toma todo eso en cuenta: no solo lo que comemos, sino cómo, cuándo y por qué lo hacemos.
Desde la mirada clínica, este enfoque implica analizar datos objetivos —estudios bioquímicos, composición corporal, historial médico—, pero también factores subjetivos: el gusto, las emociones, la cultura, los horarios, las posibilidades reales. Porque una alimentación saludable no es solo la que nutre, sino también la que se puede sostener en el tiempo.