Producir XXI, mayo 2023

Los hábitos alimentarios son clave para la salud y la calidad de vida

Valeria Lic. Josefina Marcenaro

Licenciada en Nutrición

jmarcenaro@hotmail.com

Instagram: @josefinamarcenaronutricion

Los hábitos alimentarios son comportamientos conscientes, colectivos y repetitivos, que  conducen a las personas a seleccionar, consumir y utilizar determinados alimentos o dietas, en respuesta a unas  influencias sociales y culturales.

La infancia es el momento óptimo para adquirir unos buenos hábitos alimentarios. Estos se adquieren por repetición y de forma casi involuntaria, la familia tiene una gran influencia y ésta se va reduciendo a medida que los niños crecen.

En la adolescencia, los cambios psicológicos y emocionales  pueden influir en la  dieta, dando excesiva importancia a la imagen corporal, tienen patrones de consumo diferentes a los habituales: comidas  rápidas, picoteos…

En cambio en los adultos y en las personas de edad avanzada los hábitos alimentarios son muy difíciles de cambiar.

Por lo general, todo tenemos algunos hábitos buenos como elegir fruta de postre o consumir verduras con al menos una comida como guarnición, y otros no tan buenos, como comer facturas en el desayuno del trabajo o tomar alguna cerveza como recompensa. Incluso si ha tenido los mismos hábitos de alimentación durante años, no es demasiado tarde para mejorarlos. Lo que es importante tener en cuenta es que los mismo no se cambian de manera repentina y radicalmente.

Para mejorar los hábitos de alimentación de manera permanente, se necesita un enfoque en el que Reflexione, Sustituya y Refuerce.

  • Reflexione sobre todos sus hábitos de alimentación, teniendo en cuenta los buenos como malos, así como en las cosas que desencadenan que coma en forma poco saludable.
  • Sustituya sus hábitos alimentarios poco saludables por otros más saludables.
  • Refuerce sus nuevos hábitos de alimentación.

Para reflexionar recomiendo mucho el registro alimentario y trabajo con mis pacientes el día a día. Allí podemos ver qué comió, su nivel de hambre y ansiedad. Hago que registren sus emociones así podemos diferenciar entre hambre real y hambre emocional y encontrar los “dotonantes”.

Una vez identificados los hábitos no tan buenos o los detonantes que hacen que se coma de manera impulsiva y descontroladamente, trabajamos en la sustitución. (por ejemplo, si identificó que come muy rápido se le pide que coma más despacio, o que la mitad del plato sean verduras para poder tener más fibra, saciedad, etc.).

Los hábitos se forman con el tiempo, no se adoptan de la noche a la mañana. Cuando vea que está practicando un hábito que no es saludable, deténgase rápidamente y pregúntese: ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Cuándo comencé a hacerlo? ¿Qué necesito cambiar? El volver a identificar el problema va a hacer que se modifique.

Tomarlo con calma es clave y saber que no es algo lineal sino que es circular, donde podrá “tropezar pero lo importante es levantarse y volver a empezar”.