Producir XXI, abril 2024
Cómo aprovecharlo al máximo
¿Qué hacer con los maíces atacados por la chicharrita?
La enfermedad que transmite la chicharrita causó importantes daños fisiológicos y reducción del rendimiento. Por esto, especialistas del INTA brindan recomendaciones para aprovechar el cereal como recurso forrajero y minimizar las pérdidas. Evaluar el destino del grano y regular el cabezal de la cosechadora, entre las principales preguntas que se hacen en el campo.
La principal zona productora de maíz del país se vio afectada por un complejo de enfermedades transmitidas por un único insecto vector, la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), cuyo principal impacto sobre la fisiología de la planta es que dificulta la llegada de nutrientes y asimilados a las espigas e impacta en el llenado de los granos. Muchos maíces de fecha de siembra tardía presentaron infecciones tempranas que alteraron drásticamente la morfología de las plantas, sus espigas y condujeron a pérdidas casi totales de rendimiento grano. Ante esta situación, el destino final de estos lotes es incierto. Por esto, un equipo de especialistas del INTA brinda recomendaciones para evaluar las posibilidades de enrollar, ensilar o cosechar en función del material verde, el volumen de planta y grano que se puede obtener y el costo-beneficio.
Por el alto porcentaje de lotes afectados y el amplio abanico de niveles de severidad e impacto en la formación de espigas y calidad de los granos, Facundo Ferraguti –coordinador de la Red Nacional de Maíz del INTA– hace referencia a las consultas más frecuentes vinculadas con la conveniencia de aprovechar el cereal como recurso forrajero (de un lote que a primera vista su rendimiento en grano no será satisfactorio).
El daño por spiroplasma (Spiroplasma kunkelii) es muy variado según el genotipo de maíz y la etapa fenológica en que la planta es infectada. Infecciones tempranas, hasta las cuatro hojas totalmente desplegadas, son las que causan mayor daño en el cultivo. Las infecciones entre cuatro hojas (V4) y panojamiento causan daños intermedios y las menores afecciones se dan en etapas avanzadas, desde panojamiento en adelante, con plantas que crecen menos en altura y disminuyen su rendimiento en grano (menor llenado de las puntas de la espiga).
“Los principales síntomas del complejo de patógenos transmitidos por la chicharrita son el acortamiento de los entrenudos (achaparramiento), disminución del tamaño de espigas y anomalías como prolificidad exacerbada y multi-espiga (espigas bouquet). Esto genera heterogeneidad en la altura de las plantas y de la inserción de las espigas”, indicó Ferraguti.
Otra característica de “las espigas afectadas es que los marlos tienen típicamente una consistencia corchosa, que hacen que se doblen y rompan con facilidad en pequeños trozos, lo que dificulta la operación de la trilla y sobrecarga con materia extraña la sección de separación”, explicó Ferraguti.
En este sentido, Ferraguti resaltó la importancia de “evaluar el destino del grano (silo o cosecha de grano), realizar una cosecha oportuna para evitar secados prolongados a campo con la consecuente pérdida de calidad e inocuidad; prestar especial atención a las regulaciones de la máquina cosechadora para evitar pérdidas de rendimiento y evitar que la calidad comercial empeore”. Y subrayó la necesidad realizar el control posterior de los maíces guachos para reducir hospedantes.
De acuerdo con Marcelo Druetta e Ignacio Luna –ambos especialistas en manejo de cultivo de la Estación Experimental Agropecuaria Quimilí, Santiago del Estero, del INTA– en cuanto a qué escenarios se pueden proyectar para la siguiente campaña, coinciden que se deberán analizar diferentes variables y tener presente que la situación puede verse modificada en función de características de cada región productiva.
Los elevados valores de incidencia y severidad de la enfermedad observados este año en zonas no endémicas, no se habían registrado previamente. En tal sentido, si se combina un invierno benigno con pocas heladas que permitan una mayor supervivencia del vector y la disponibilidad de maíz en fechas de siembra escalonadas, especialmente en zonas afectadas, es probable que el problema siga siendo importante.
Cómo aprovechar el maíz afectado para alimentar el ganado
Alejandro Radrizzani –especialista y coordinador del Programa Forrajes, Pasturas y Pastizales del INTA– señaló que “es importante tener en cuenta que cuando la planta tiene síntomas de la enfermedad, detiene su crecimiento”. Y agregó: “Si estos síntomas son generalizados en el lote (alta incidencia) el cultivo, desde ese momento, sólo pierde calidad de hojas y tallo y el grano no continúa en etapa de llenado por escasa disponibilidad de movilización de nutrientes desde las hojas a la espiga”.
Radrizzani pone el foco en la observación y el monitoreo permanente del daño en el cultivo para evaluar qué destino conviene darle. “Si el daño ocurre en etapas tempranas, se observará mucho material seco y sin panojas, en cuyo caso convendrá utilizarlo lo antes posible para no seguir perdiendo forraje verde, ya sea con pastoreo o haciendo rollos”.
“Si el daño se presenta en etapas intermedias, cuando ya se comenzó a formar la espiga, es probable que haya suficiente material verde como para picar y ensilar, pero puede ser que no se logre calidad adecuada por la escasa proporción de grano en el silo. En ese caso, también será recomendable agregar inoculante y aditivos al silo para lograr una adecuada fermentación y calidad del forraje”, detalló Alejandro Salomón, especialista en manejo del cultivo de la Agencia de Extensión Rural Río Cuarto –Córdoba– del INTA.
En cambio, “si la infección se produce en etapas avanzadas, hay que evaluar la conveniencia de hacer silo o dejarlo para cosecha de grano, según la cantidad de material verde, la cantidad de grano y el costo/beneficio del silo respecto de la cosecha de grano”, aseguró Salomón.
El problema de un lote desparejo
Este fenómeno implica que haya espigas con una madurez prematura, expuestas a las condiciones climáticas, mientras que el resto del lote aún continua el llenado de granos. En este punto, “además de las pérdidas de rendimiento asociadas a la disminución del número y peso, se debe tener en cuenta el impacto sobre la calidad e inocuidad de los granos”, señaló Ferraguti.
Desde el punto de vista de la calidad comercial, es esperable que los granos provenientes de lotes afectados por la chicharrita posean menor peso hectolítrico, mayor porcentaje del ‘Rubro Granos Dañados’ (atribuido a mayor frecuencia de granos brotados, amohosados y podridos) y, si la regulación de la cosechadora no fue adecuada, mayor porcentaje granos partidos y materias extrañas.
Además, “luego de las lluvias otoñales, las espigas con madurez prematura son más propensas al brotado de los granos y a la proliferación de podredumbres por hongos patógenos micotoxigénicos -entre los que se encuentran Fusarium verticillioides, Fusarium graminearum (Giberella), Aspergillus spp., Penicillum spp. y Stenocarpella maydis”, detalló Ferraguti.
Por esto, “recomendamos la ‘cosecha oportuna’ de los maíces de fecha tardía, en torno a 18-20 % de humedad del grano, unos 35-40 días desde madurez fisiológica”, afirmó el especialista del INTA quien repasó que en maíces de fecha tardía, la cosecha oportuna disminuye el impacto negativo de las podredumbres de espiga y sus micotoxinas, reduce riesgos por vuelco o quebrado, permite un control temprano y más barato de las malezas invernales y, por ende, no implica necesariamente reducción del resultado económico.
No obstante, las espigas con madurez prematura de los lotes afectados por las enfermedades transmitidas por la chicharrita pueden comenzar el secado hasta 15 días previos a la madurez fisiológica del resto del lote. “De acuerdo con la frecuencia de estos individuos y la sanidad de las espigas se deberá decidir si adelantar aún más la recolección”, puntualizó Ferraguti.