Producir XXI, mayo 2023
Fertilización en pasturas: planificar es clave
MARINO, M.A.1; BERONE,
G.D.1.2; CICORE, P.L.2 y
ERRECART, P.M.2 1- FCA-
UNMDP; 2- EEA INTA
Balcarce
Los efectos positivos de la fertilización son conocidos, pero el desafío actual es manejar eficientemente la nutrición de los recursos forrajeros. La fertilización convenientemente planificada, impacta positivamente en la productividad, en el resultado económico y en la sustentabilidad de las empresas ganaderas
Respuestas e impactos de la fertilización en la producción ganadera
La respuesta a la fertilización varía según las condiciones ambientales. Deficiencias hídricas (como las que se registran actualmente) o excesos (lluvias intensas o anegamientos) perjudican el crecimiento de las plantas y la acción de los fertilizantes.
Es por ello, que además de tener en cuenta la demanda de nutrientes, manejar información de la humedad en el perfil de suelo y de pronósticos climáticos contribuye a definir el momento de fertilización más conveniente y lograr mayor eficiencia en el agregado de nutrientes. Esto es vital al fertilizar con N, un nutriente altamente móvil e inestable en el suelo.
Para analizar el impacto de la fertilización, es fundamental considerar que las tasas de crecimiento de pasturas sin deficiencias nutricionales duplican o triplican a aquellas que manifiestan deficiencias. En el Cuadro N° 1 se muestran tasas de crecimiento en gramíneas perennes con y sin deficiencias de N.
Para aprovechar el beneficio del agregado de nutrientes, el incremento en el crecimiento del pasto debe ser utilizado. Esto puede efectuarse aumentando la carga animal según el consumo diario de los animales (Cuadro N° 4). Suele suceder que el crecimiento de pasto exceda el consumo animal, entonces debe ser aprovechado para confeccionar reservas forrajeras. La fertilización debe convertirse en una inversión para aumentar la oferta de pasto en la época fría, cargar el campo en invierno y más tarde comer la elevada cantidad de pasto disponible en primavera, que en general excede la demanda de los animales.
El costo de mantener la carga animal cuando la oferta de pasto es insuficiente (por ejemplo, en invierno o en verano) suele ser alto y se debe optar por ofrecer pasto producido con fertilización o suplementar. La primera alternativa sería menos dependiente de mano de obra e infraestructura que la segunda.
En el Cuadro N° 3 se muestran las respuestas al agregado de nutrientes en pasturas perennes base gramíneas. Para el caso del fósforo (P), en suelos con baja disponibilidad (< 10 ppm P Bray) y considerando el efecto residual del P aplicado en dos o tres años posteriores a su aplicación, las respuestas a la fertilización fosfatada pueden representar 10 a 13 kg de carne/kg de P o 150 a 200 lt de leche/kg de P. En alfalfas de alta producción las respuestas al agregado de P pueden ser mayores.
Por su parte, para cuantificar las respuestas a la fertilización nitrogenada se distingue la aplicación en otoño o a la salida del invierno. Sin deficiencias hídricas ni de otros nutrientes, en pasturas base gramíneas la fertilización nitrogenada puede ofrecer 1 a 2 kg carne/kg de N aplicado o 15 a 30 lt leche/kg de N aplicado. La conveniencia de aplicar N en otoño y/o a fin de invierno dependerá del presupuesto forrajero de cada empresa y de las condiciones climáticas imperantes.
Finalmente, como se puede observar en el Cuadro N° 3, aún con relaciones insumo/producto para carne o leche por kg de nutriente mucho menos favorables que en años anteriores, manejos controlados que logren cosechar eficientemente el pasto producido (12 a 15 kg pasto/kg carne o 1 kg pasto/litro de leche) permitirían aprovechar los beneficios de la fertilización. Contrariamente, fertilizaciones inadecuadas (cuando su aplicación no es necesaria, bajo condiciones climáticas desfavorables, fuentes de nutrientes no apropiadas, etc.) o desajustes en la cosecha del pasto producido (baja eficiencia de conversión kg pasto/kg de carne o kg pasto/kg leche) impiden aprovechar las ventajas de la práctica.