Un estudio del instituto noruego de investigación alimentaria Nofima buscaba predecir qué y cómo comerán en 2030 los ancianos que llevan una vida independiente. La investigación noruega ha demostrado que los ancianos darán preferencia a la dieta tradicional que han vivido en la familia, en cuanto a apariencia, sabor, sabor de la comida, aunque esta referencia a la tradición cambia de una generación a la siguiente.
Sin embargo, los mayores del 2030 darán mayor importancia a cómo se producen los alimentos, de dónde vienen y qué ingredientes contienen. El consumo de productos a base de plantas será mayor que el de los ancianos de hoy. El almuerzo seguirá siendo la comida principal, también como una ocasión de convivencia para el encuentro, incluso virtual, a través de intercambios sociales remotos posibilitados por un mayor uso de plataformas digitales.
Productos buenos, seguros y justos, para el hombre y para el planeta.
El tema de la sostenibilidad cobrará entonces cada vez más relevancia en la elección de los alimentos: no desde un punto de vista económico debido a la escasez de recursos como era el caso de generaciones anteriores de ancianos, sino desde el de la protección del medio ambiente y las relaciones sociales. En 2030, habrá una mayor conciencia de que el producto adquirido debe ser bueno, seguro y justo tanto para la persona como para el planeta, lo que también incluye un mejor uso de los alimentos para evitar el desperdicio. En esto, la tecnología ayudará cada vez más, por ejemplo, con refrigeradores inteligentes capaces de anunciar la próxima fecha de consumo de los productos.
Se trata de evoluciones nuevas y complejas, que la investigación y la innovación de productos, junto con el marketing, deberán seguir con creciente atención.