Alimentar a la microbiota del intestino
Los factores ambientales, tales como ritmo de vida, alimentación, fármacos que consumimos, son más determinantes que nuestra genética para la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal.
Varios estudios han demostrado que nuestra dieta actual (rica en grasas malas y azúcares), modifica la microbiota intestinal, lo cual podría explicar el desarrollo concomitante de diabetes tipo 2, obesidad y enfermedades intestinales inflamatorias.
A fin de alimentar correctamente nuestra microbiota intestinal, los científicos recomiendan una alimentación rica en carbohidratos considerados “fácilmente accesibles para nuestra microbiota”, los cuales abundan por ejemplo en los cereales integrales, las verduras o las nueces, así como de alimentos fermentados y un menor consumo de productos procesados.
Los prebióticos, probióticos, fibras y alimentos fermentados de nuestra dieta han sido minuciosamente estudiados y se ha comprobado que ofrecen la posibilidad de mantener una microbiota intestinal sana, preservando su capacidad de resiliencia.
Los prebióticos son “alimento” para las bacterias del intestino
Los prebióticos se encuentran naturalmente presentes, aunque en pequeñas proporciones, en ciertas verduras (cebolla, ajo, plátanos, col, kale, raíz de achicoria, entre otros) y en los cereales integrales.