¿Cómo lograr un buen maíz?
La respuesta a esta pregunta son más preguntas. Para lograrlo necesitamos tener claro de dónde partimos y qué priorizamos, que buscamos y cómo nos asesoramos.
El significado de “bueno” es relativo y depende de dónde partimos, que sembramos y cómo trabajamos.
Hay que definir:
a.- Para qué lo quiero, lo que básicamente tendría tres opciones en el caso de un tambo:
- Para silaje (importante producción de grano, materia seca total, sanidad foliar). También, si ya sé que voy a hacer silo, asegurarse una producción importante de materia seca digestible aunque una sequía afecte la producción de grano (juega en contra de rendimiento en grano, porque al mismo tiempo que se va aumentando el potencial de rendimiento en grano, se va requiriendo una caña más rígida, lo que se logra con más lignina). En zonas donde las expectativas de rendimiento en grano son erráticas, puede ser más inteligente asegurar alto volumen, y si trae grano, mejor.
- Para grano seco o húmedo (importante producción de grano, calidad de caña, cobertura de chalas en la espiga), fuera de zonas óptimas evaluar con cuidado.
- Para “vamos viendo…”, lamentablemente mucho más común que lo deseable y a veces de graves consecuencias.
b.- En qué zona y fecha de siembra
- Ciclos
- Malezas
- Enfermedades
- Insectos
En función de a y b podremos elegir el híbrido o tipo de híbrido que vamos a sembrar, especialmente las tecnologías (bt, RR, CL, etc, etc). Nunca deberíamos aceptar pagar por algo que no necesitamos, aunque se publicite como la última maravilla de la ciencia. Puede serlo, pero si no tenemos el problema, no nos sirve de nada comprar la solución.
No tiene sentido pagar 50 o 100 dólares más por una bolsa de semilla, cuando ese dinero, gastado en fertilizantes nos produciría mucho más. Existen en el mercado híbridos con valores al productor de entre 80 y 240 dólares por bolsa. Con 140 dólares es posible comprar un híbrido con alto potencial de rendimiento, aunque no esté dentro de los más conocidos.
Con los 100 dólares de diferencia entre uno y otro podríamos fertilizar adicionalmente con 75 kg/ha de super triple (fósforo) y 185 kg de urea (nitrógeno). La mejor genética del mundo no puede hacer milagros si no le damos de comer.
Ahora sí deberíamos mirar dentro de los alambrados de nuestro campo.
Elección de antecesor: A veces tendremos opciones y a veces no. Es importante saber que la producción final dependerá en buena medida de esta elección y evaluar no sólo dónde es más cómodo sembrarlo, olvidando que las diferencias en potencial productivo pueden ser de gran impacto cambiando de un antecesor a otro.
- Verdeo de invierno: Si pastoreamos un verdeo hasta 10 o 15 días antes de quemarlo y sembrar nuestro lote de maíz, debemos saber que estamos arrancando con una expectativa de producción baja.
- Cultivo de invierno:
- Si la zona lo permite, arveja o lenteja serían los ideales.
- Trigo y cebada son grandes demandantes de nitrógeno y fósforo, al igual que los verdeos, por lo que dejarán un lote con baja fertilidad disponible, es decir arrancamos el partido un par de goles debajo.
- Soja y girasol: serían en general los antecesores más recomendables, porque permiten un barbecho prolongado y en general se han hecho buenos controles de malezas.
La decisión de qué privilegiar debe tomarla el productor, según sus prioridades, la existencia de otras opciones y la factibilidad financiera (en general, restricciones financieras llevarán a opciones muy limitadas, como todos sabemos).
Maquinaria de siembra: El maíz es un cultivo sensible a distribución y cantidad de plantas. La mayoría de los híbridos actuales tienden a producir solamente una espiga por planta, por lo que su capacidad de compensación es limitada, aunque algunos pueden ser más prolíficos y compensan más.
Es muy importante que la siembra sea lo más cercano a la perfección posible en cuanto a distribución y profundidad de la semilla y ubicación del fertilizante cuando se hace fertilización simultánea.
A veces se ahorra algo utilizando la sembradora vieja que tenemos en el galpón o en el patio, pero se pierde en rendimiento.
Si es con contratista, éste debe ser bueno, que trabaje con buenos equipos y de forma adecuada, y hay que arreglar con él bien a tiempo, no a último momento. “Las cosas apuradas salen mal” dice la gente razonable… y esto es muy cierto si uno busca el contratista de siembra sin planificación, a último momento, de apuro. Así no habrá planificación y ese contratista le hará al productor “la gauchada” de ir a sembrarle… de cualquier forma, claro.
Busque un asesor local. En la toma de esas decisiones es muy importante el aporte de un técnico local, que conozca el campo y genere confianza en el productor. Este asesor local debe presentar claramente las opciones técnicas y los costos y consecuencias de cada una para que el productor pueda decidir sobre una base sólida.
Esta base sólo se logra caminando los lotes hasta conocerlos a fondo, no hay recetas milagrosas ni por teléfono.