Festucas Modernas

Manejo acorde para una persistencia productiva

Las variedades nuevas de festuca son capaces de aportar forraje de altísima calidad, pero requieren manejos apropiados que permitan capitalizar estas ventajas.

Persistencia y productividad de las festucas

Se caracteriza por presentar un desarrollo vegetativo inicialmente lento durante la implantación, pero con una gran capacidad de macollaje. Dependiendo de la variedad considerada, tendrá distintos comportamientos en mezclas con otras especies, que con seguridad requerirán condiciones de manejo diferentes, condicionando esto su capacidad de producción y persistencia (ver foto N°1).

Esta especie basa su persistencia en su capacidad de regeneración por macollaje. Las reservas que permiten rebrotes más o menos rápidos una vez defoliada la festuca, se acumulan principalmente en la base de los macollos. La correcta relación entre esta dinámica y el manejo de la defoliación es una de las determinantes de la capacidad productiva de la festuca.

Foto N°1: Porte semierecto de festuca continental.

Porte erecto de festuca mediterránea.

Manejo de pastoreo y calidad nutritiva de las festucas

La festuca en estado vegetativo es capaz de alcanzar digestibilidades de la materia seca del orden del 70-75% con un contenido de proteína superior al 15% y una fibra detergente neutro (FDN) de 50%. Para el caso de cultivares modernos de festuca, las calidades obtenidas pueden estar cercanas a las de un raigrás perenne, considerado este último como la gramínea de mayor calidad nutricional (ver cuadro N°1).

Sin embargo, cuando las festucas presentan una excesiva biomasa o están encañadas, la digestibilidad puede caer por debajo del 50%, la proteína por debajo del 10% y la FDN superar el 60%. Para que esto no ocurra, es necesario mantener a la pastura en estado juvenil vegetativo, con un tapiz denso y cespitoso, evitando el encañado. Es importante destacar que no sólo se pierde calidad cuando la festuca encaña, sino que también ocurre cuando se acumula demasiado forraje y las hojas envejecen.

Frecuencia de pastoreo para mantener la calidad de forraje

Para una temperatura media de 15°C, el período entre pastoreos recomendado para un cultivar “moderno” rondaría los 34 días, mientras que en iguales condiciones para un cultivar más rústico sería de 44 días. Si los cultivares modernos se utilizan siguiendo la frecuencia de pastoreo acostumbrada para los cultivares más rústicos, la ventaja genética se transforma en una desventaja, ya que su forraje tendría aún menos calidad que el cultivar rústico por un mayor envejecimiento comparativo de sus hojas.

Por lo tanto el momento de pastoreo debería definirse considerando la vida media foliar de la hoja, expresada como un momento en el cual se tenga la máxima disponibilidad de forraje consecuente con la mejor calidad posible de lograr en función del tipo de cultivar de festuca empleado. Esto es, claro está, adecuando la decisión al tamaño de lote y cantidad de parcelas que permita hacer la rotación de modo lógico, de manera que la optimización de la primera parcela de uso no represente la ruina de calidad de las siguientes.

Ajustar la intensidad del pastoreo a la época del año

La intensidad de pastoreo, estaría definida como la cantidad de remanente a dejar cuando se finalice la parcela. Debe considerarse con cuidado porque en buena medida define la propia supervivencia de la pastura.

Una pastura de gramíneas debe mantenerse en estado cespitoso para que mantenga su valor forrajero, con una gran cantidad de macollos. Se sabe que la festuca tolera pastoreos intensos que beneficiarían esta búsqueda de calidad forrajera. Sin embargo bien vale aclarar que esta condición es variable a lo largo del año.

Durante el estado vegetativo de la pastura, si bien se recomiendan pastoreos intensos que la mantengan baja para favorecer entrada de luz y desarrollo vigoroso de los macollos, el remanente debe ser lo suficientemente generoso como para permitir un rebrote vigoroso que mantenga vital a la pastura. Cabe recordar que el rebrote depende del forraje remanente y de las reservas acumuladas en la base de los macollos. Si el pastoreo es muy intenso, el rebrote puede retrasarse, producto de deficiencias en estas reservas de vigor.

Pero es necesario extremar los cuidados cuando las temperaturas descienden o se presenta un incremento en el riesgo de sequías. Ante la llegada del verano, es clave comenzar a manejar remanentes de mayor altura. La alta insolación sobre suelo descubierto, puede provocar un ascenso de temperatura superficial por encima de los 35°C, comprometiendo severamente la supervivencia de los macollos. Si los remanentes se incrementan en esta temporada, se logra un efecto protector contra la radiación. Este factor es uno de los que más afectan a la persistencia de las festucas, ya que por lo general, en esta temporada, además del estrés térmico, suele sumársele un balance hídrico negativo que compromete la producción general de forraje. Esto impacta al esquema global de oferta forrajera, que de no ser prevista y planificada con anticipación, genera como consecuencia un desbalance forrajero que obliga productivamente a exigir más a los lotes en pastoreo, cuando lo oportuno sería distender la exigencia para proteger a las pasturas.

No todas las festucas poseen el mismo porte, por lo tanto para igual altura de remanente, las más erectas tendrán menor cantidad de follaje y/o reservas para llevar adelante los rebrotes (ver esquema N°1).

Una vez avanzada la estación de crecimiento y cercana la primavera, es necesario realizar algunos pastoreos severos en profundidad de modo de cercenar los ápices que hayan ya virado al estado reproductivo. De esta manera, la pastura se mantendrá macollando y cespitosa, emitiendo hojas que permiten sostener la calidad y productividad.

Conocer fechas de floración y biotipos para definir el manejo

Además de verificar el estado fenológico de la festuca para definir los pastoreos, es de suma utilidad conocer aproximadamente la fecha de floración del material utilizado para programar anticipadamente la operación. Este aspecto es poco considerado en la Argentina y las diferencias entre cultivares son notables. Entre materiales de floración temprana y tardía, puede haber diferencias de hasta 40 días, lo cual implicaría manejos muy distintos en el tiempo según el cultivar del que se trate (ver esquema N°2). La variabilidad de ciclos de floración y también de biotipos (mediterráneo y continental),  requiere de manejos diferentes, pero a la vez, permite disponer de alternativas productivas a la medida de cada necesidad.

Esquema N°2: Altura recomendada de remanente en los diferentes momentos del año y fechas probales de floración (emisión de anteras al 50%) de diferentes cultivares de festuca

Resumiendo…

  • El avance genético permite contar con variedades capaces de aportar forraje de altísima calidad pero que requieren manejos apropiados que permitan materializar estas ventajas.
  • Si la conducción no es la apropiada, esas ventajas no sólo no se manifiestan, sino que incluso pueden tornarse en aspectos negativos que comprometen la calidad buscada e incluso la productividad.
  • Por otro lado, el conocimiento de las características de la especie, y en particular de la variedad elegida, permitirá sincronizar el manejo para potenciar el rendimiento de la festuca y su supervivencia, cumpliendo con las expectativas planificadas.

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