Los créditos UVA no tienen nada que ver con la 1050
La terrible 1050 tenía enormes diferencias con la “Reglamentación 700-09 del BNA sobre condiciones especiales para asistencia en inversiones y capital de trabajo asociado para productores tamberos a través de la usina láctea”
- La tristemente célebre «Circular 1050» del año 1980, instituyó un tipo de préstamo por el que las deudas se indexaban a partir de la tasa de interés vigente en el mercado. Como esos intereses fueron, durante varios años, muy elevados en términos reales, el crecimiento de la deuda contraída era mucho mayor a la evolución de los ingresos y precios de la economía. Tanto, que hasta llegaba a superar a la propia cotización de las viviendas. ¿Y por qué las tasas eran exorbitantes? Porque los bancos trataban de retener como sea los depósitos, que caían en picada ante una corrida por parte de los ahorristas.
- En el crédito en UVAs que ahora se ha implementado, la deuda inicial se fija en unidades UVA dividiendo el monto inicial por el valor de la UVA en el mes en que se toma el financiamiento. Así queda una deuda expresada en una cierta cantidad de UVAs. Por ejemplo: una persona o empresa que solicita $1,5 millones en julio del 2018, momento en que la UVA vale $24,31, quedará debiendo 61.703 UVAs. Si toma el crédito a 7 años, amortizará el capital pagando 84 meses una cuota de 734.6 UVAs, al valor de la UVA en cada mes, según lo que va publicando mensualmente el Banco Central (BCRA). El valor de las UVA se actualiza mes a mes por el CER, el Coeficiente de Estabilización de Referencia, basado en el índice de precios al consumidor, siguiendo las pautas establecidas por el ministerio de Hacienda y Finanzas. Básicamente refleja la evolución mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) publicado por el INDEC.
- Al monto de la cuota de amortización de cada mes (las 734,6 UVAs/mes del ejemplo anterior), se le suma el interés, por ejemplo el 7,5% anual para los tambos, calculado sobre el saldo de deuda en UVAs al valor de la UVA del mes que se paga.
- Al ser un crédito a un plazo relativamente largo, por ejemplo a 5 ó 7 años, el riesgo de desfasajes es bajo ya que el valor del CER que ajusta las UVAs (que se mueve muy afín con el índice de precios al consumidor) seguramente a lo largo de los meses se moverá con valores que no diferirán mucho de los salarios o del precio de la leche a los tambos, etc., ya que en el largo plazo todos los índices de la economía del país tienden a juntarse.
- Cuando se toma un crédito tradicional, el capital no tiene ajustes pero el interés será a la tasa de mercado, es decir la que los Bancos pagan por los depósitos a plazo fijo más los costos y ganancia propia del banco. Si la tasa del crédito es menor que la inflación, el deudor, si sus ingresos crecieron al ritmo de la inflación (ejemplo salarios o leche a los tambos) saldrá ganando y no le hubiera convenido un crédito UVA… pero el problema es que en el mercado no existen créditos tradicionales a largo plazo porque el público no coloca plazos fijos por períodos largos por el riesgo de perder frente a la inflación.
- El sistema UVA permite tener plazos largos e intereses razonables. El plazo largo es posible porque el capital se ajusta con un sistema que acompaña la evolución de la economía y es menor riesgo para los Bancos y para el tomador del crédito. El interés es razonable porque ese tomador se anima a afrontarlo en razón de que no le impacta tanto por sobre el monto de la cuota de amortización de capital. Y como el capital se va ajustando mes a mes esto le permite al banco dar plazos largos a ese interés razonable.
- El tipo de garantía facilita la operatoria, ya que el crédito UVA del BNA hasta 5 años es a sola firma y hasta 7 es con “Prenda flotante” sobre las vacas del tambo.