Producir XXI, Julio 2021

Los eternos vaivenes del Tambo

Ing. Agr. Félix Fares


felixfares57@yahoo.com.ar

Evitar repetir errores y tratar de repetir aciertos
Para que el análisis no dependa solamente del precio de la leche, porque eso sería simplificar peligrosamente toda la complejidad del sistema, es importante tener bajo análisis todo el resto de los factores que estén influyendo, desde los generales que le tocan a todo el sector, pero además los particulares que hacen a ese tambo que estamos considerando.

Frente a las cambiantes situaciones que enfrenta el tambo en nuestro país, lo ideal es contar con un sistema de producción flexible, que se pueda adaptar a las condiciones que se vayan dando en cada momento. 

Un sistema flexible exige más atención para poder anticiparse
Habrá épocas, las de bonanza, en las que se podrá pensar en las llamadas estrategias ofensivas. Habrá otras, las épocas complicadas, en las que habrá que adoptar en cambio las estrategias defensivas. Y hasta habrá aquellos momentos en los que uno puede pensar en simplemente, como se suele decir, en “hacer la plancha”, es decir esperar a que las tendencias se terminen de definir, en qué sentido apuntan, para a partir de ello decidir si moverse en la ofensiva o a la defensiva.

Pero… ¿y el cuándo? ¿y el cómo?
Porque después de enunciar las tres posibles alternativas a tomar según el momento que esté transcurriendo, queda por definir otro aspecto, y no menor: cuándo comenzar, de modo de no llegar tarde y que lo que se encare ya tenga poca repercusión en la empresa. 

El “cuándo” se refiere al momento en que hay que encarar las estrategias defensivas, ya que eso no se puede hacer de la noche a la mañana. Porque estamos ante una actividad que se rige por procesos, que tienen su inercia, sus tiempos de reacción, y eso hace que el plan diseñado de deba llevar a cabo en sucesivos pasos, y no en un shock anti crisis.

Hay señales que van apareciendo: por un lado, el tema climático, por otro, el tema del precio de la leche que recibe el productor, con importantes disparidades que evidencian problemas en este sector, algo que no ocurre con los granos ni con la carne, con sus eternos rezagos que van aumentando con el tiempo, y cada tanto parece recomponerse, pero sólo temporariamente. 

Y por si no fuera poco, la espada de Damocles del tipo de cambio. Es decir que, en la actividad, hay una exposición importante al dólar, y que suele ser la actividad que más tarde en reacomodarse cuando se producen devaluaciones. Y se suma el aumento en el precio (en dólares) de la soja, que además de hacerse sentir en la alimentación, lo hace como moneda de cambio de los arrendamientos.

¿Nada para celebrar entonces?
Como se suele decir, nada dura, ni lo bueno ni lo malo. Y nadie puede saber por adelantado ni cuánto durará la bonanza ni cuánto la crisis. El tema entonces es estar preparado para pasar sucesivamente, porque así fue, es y seguirá siendo, por “las de la cal y las de arena”, pero tratando que las malas dejen las menor huella posible en la empresa.

Para eso hace falta sinceridad, no esconder los problemas, estar atentos para reconocer ya cuando se comienzan a manifestar los primeros síntomas de que la temporada de bonanza llegó a su fin, y que por lo tanto puede ser peligroso seguir aplicando estrategias ofensivas cuando en realidad habría que ir pensando en las defensivas, que pasarán por achicar los costos, replantearse los planes de crecimiento del tambo, poner a prueba la elasticidad del sistema de modo que la alimentación no se convierta en una carga pesada para el resultado económico.

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