Producir XXI, agosto 2023

No es lo ideal, pero con cuidados se puede Siembras de praderas en primavera

Ing Juan Lus, equipo técnico de PGG

jlus@pgwseeds.com.ar

+54 9 11 2887-7539

El otoño es la época normal de siembra de praderas permanentes. Sin embargo, este año, por la extrema sequía pasada, en muchos casos habrá que hacerlo en primavera.

Hacer mejor es posible


La siembra de pasturas durante la primavera es más riesgosa pero factible de realizarse con éxito si se consideran algunos aspectos de importancia. En el inicio de la primavera, la temperatura del aire asciende con rapidez, pero los suelos demoran en calentarse, por lo que las germinaciones son más lentas comparativamente a las siembras de otoño. Sin embargo, una vez emergidas las plántulas, el desarrollo posterior visible es muy rápido. El fotoperíodo de días alargándose y las temperaturas en ascenso, determinan que el balance de crecimiento aéreo-radical sea inverso al que puede observarse durante el otoño. Las raíces mostrarán un menor desarrollo relativo que el aparato foliar, que tenderá a crecer rápidamente. Este desbalance es posible que deje expuestas a las plantas a las altas temperaturas y déficit hídricos durante la primavera-verano. El volumen de raíces puede ser insuficiente para abastecer la demanda de agua por parte de los órganos aéreos, dejando a la pastura sujeta a posibles pérdidas de plantas.

Cuidar especialmente el 1er pastoreo

 

Al desarrollar explosivamente los órganos aéreos, la disponibilidad de forraje induce a adelantar los pastoreos y las plantas quizás tengan aún anclaje deficiente. Si esto no es monitoreado, pueden sobrevenir descalces de plantas con pérdida de individuos, o incluso, pisoteos sumamente perjudiciales si el piso no se encuentra consolidado como para tolerar el tránsito animal sin afectar a las plantas.

También es necesario ser cuidadosos con los remanentes post-pastoreo/corte. Las especies tendrán un volumen de desarrollo de macollos o coronas aún incipiente, con lo cual, es posible que la cobertura de suelo no sea completa o queden espacios sin ocupar. Esto, combinado con remanentes post pastoreo muy bajos sobre los inicios de la estación cálida, pueden llevar a altas temperaturas de suelo en las áreas descubiertas que ponen en riesgo la supervivencia de macollos. Un claro ejemplo es lo que ocurre con las festucas. Está comprobado que, con remanentes menores a 3 cm durante enero y febrero, las temperaturas de suelo en superficie pueden llegar a los 50°C, mientras que si el remanente es de alrededor de 10 cm, difícilmente superen los 30°C. Esto afecta directamente a la supervivencia de los macollos. Para el primer caso de bajos remanentes, pueden darse mortandades del 40 al 50% de los macollos; mientras que, con el mayor remanente, las supervivencias pueden ser del 85-90%.

Controlar malezas es clave

Si bien siempre es un aspecto importante, para el caso de siembras primaverales lo es aún más. El período crítico de competencia de malezas se define como el lapso de tiempo en el cual el daño que las mismas provocan es irreversible. Son capaces de provocar en una pastura, pérdidas cuantiosas inicialmente en producción de materia seca y en calidad, pero por sobre todas las cosas su persistencia. (Graf N° 1).

Si la presencia de malezas es baja desde el inicio, entonces es posible controlar los escapes por la vía química, siendo más simple la tarea cuando se trata de alfalfas puras y presentando una mayor complejidad cuando se trata de pasturas mezclas.

Que y cómo en siembras de primavera

 

Las anuales templadas no son recomendables (raigrás anual, avena, cebada, tréboles anuales, etc). Desarrollan su ciclo a lo largo del período otoño-invierno para culminarlo en la medida que las temperaturas primaverales asciendan, por lo que carece de sentido su utilización. En cambio, las especies perennes pueden ser la opción viable.

La siembra es una tarea que requiere de múltiples cuidados. Las semillas son en general muy pequeñas y presentan una gran sensibilidad a los excesos de profundidad en la siembra, siendo recomendable no sobrepasar el rango de 0,5 a 1 cm de profundidad como máximo. Cuanto más pequeña la semilla, más cerca de la superficie es necesario colocarla para mejorar el éxito.

Cuando sembrar

 

Se recomienda hacerla lo más temprano posible una vez que el peligro de heladas intensas se haya disipado. De este modo, se logrará el máximo período para que las plántulas desarrollen el mejor equilibrio raíces/aéreo y así tengan más capacidad de afrontar altas temperaturas y posibles déficits hídricos durante el verano.