Factores nutricionales que afectan la producción de sólidos en leche
Diego Bertino MV
Martin Auil MV, MSc.
Equipo Técnico de Teknal
Un tambo que produce leche y solidos dentro de los valores normales nos permite afirmar que sus vacas tienen un rumen que está funcionando de manera correcta.
Como productos finales de la fermentación ruminal se obtiene por un lado proteína microbiana, que es una fuente proteica de alta calidad biológica, y por otro lado ácidos grasos volátiles, principalmente ácido acético y propiónico. Mientras que el ácido acético es el producto final de la fermentación de los forrajes (heno, silajes, etc.), el ácido propiónico es el producto final de la fermentación de los carbohidratos no estructurales (granos, subproductos en general, etc.). Durante el proceso fermentativo también se genera ácido butírico, pero en menor proporción que los anteriores. Dicho esto, veamos ahora como se mira esto en la vida real.
Una de las causas más frecuentes de la disminución de grasa en leche, es una incorrecta relación forraje – concentrado en la dieta. No hay un número mágico, pero se entiende que dietas con una relación 50% de forrajes (sumado pastoreo y conservados) y 50% de concentrados, permiten un correcto funcionamiento del rumen, lo que asegura la producción equilibrada de los ácidos grasos anteriormente mencionados.
Si por alguna razón el porcentaje de concentrados de la dieta es superior al 50% de la materia seca consumida, en el rumen predominara la producción de acido propiónico en detrimento de ácido acético, lo que en definitiva impactara en el contenido de grasa de la leche. Entre las razones que pueden generar este cuadro pueden mencionarse: menor oferta de pastura, escasez de forrajes conservados (henos y silajes), pastoreos muy tiernos, incorrecto funcionamiento de la balanza, proceso de alimentación inadecuado, etc.
Además de la mayor participación de concentrados y la generación de ácido propiónico a partir de los carbohidratos no estructurales (almidón), simultáneamente debido a la menor ingesta de forraje disminuye el tiempo de rumia, con la consiguiente menor producción de saliva y perdida del efecto buffer de la misma en el pH ruminal.
Hoy en día existen herramientas que, por medio de collares o bolos ruminales, permiten monitorear la actividad de rumia o los niveles de pH del liquido ruminal.
En la Imagen 1 puede observarse un reporte de salud, celo y rumia de un establecimiento lechero comercial. La mediación de rumia nos permite inferir si la dieta, confort y manejo están dentro de los parámetros recomendados. Claramente esto es una gran herramienta de ayuda pero no es una solución a los problemas.
En la Imagen 2 se observa la relación grasa – proteína de un tambo comercial en donde periódicamente se producían inversiones de dicha relación.
La razón de este fenómeno residía en un defecto importante en el mezclado de los alimentos con el que se suplementaba a los animales (Imagen 3). El mixer desgastado, la balanza fuera de rango y un proceso de alimentación incorrecto, hacían que la comida que recibían los animales no era consistente dia a dia.
Como siempre, el trabajo coordinado entre el productor, los operarios y el asesor nutricional, se imponen a una receta milagrosa.